Además del mundo físico, hay una infinidad de estímulos en el ambiente que los humanos no somos capaces de percibir con nuestros sentidos y que están colmados de mensajes lejanos para el hombre.
Podría decirse que, en el reino animal, sus miembros disfrutan de capacidades que son extrasensoriales, al menos para nuestra especie.
Cuando vemos una hormiga o cualquier insecto, encontramos sus funciones específicas en el medio ambiente pero, en realidad, estos seres que funcionan a partir de una clase de instinto perenne, desarrollan esa capacidad gracias a cientos de estímulos que perciben y que son imperceptible para nosotros.
El biólogo Edward O. Wilson ha enlistado para el sitio TreeHugger algunas de las capacidades extrasensoriales de las que disfrutan millones de animales ahí afuera, sin que nosotros nos percatemos siquiera. Se trata de otro tipo de inteligencia, una quizá más persuasiva de la que hayamos alcanzado como especie, aun en nuestros momentos de mayor lucidez.
Geolocalización a partir de sonidos
Muchos animales emiten sonidos para que estos regresen o se expandan, permitiéndoles entender el espacio por el que transitan o al cuál deberían ir. Esta capacidad es propia de los pájaros, los murciélagos o los delfines. Otros, incluso, tienen la capacidad de emitir impulsos eléctricos para conocer el espacio.
Campos magnéticos
Todos los organismos emanan un cuerpo magnético; esta especie de “aura energética” funciona como un sensor para miles de especies, desde langostas hasta moscas. Los animales sienten los campos magnéticos y con ello saben si acercase o no hacerlo, o bien, también pueden tomar decisiones de otra índole.
Olores hormonales
Los animales tienen la capacidad de oler literalmente el peligro, el sentido de oportunidad, la presencia de presas, el estrés e incluso, la fertilidad. Esta habilidad para percibir la realidad desde las esencias emanadas de cualquier circunstancia es ajena a los humanos en esos niveles.
Vista ultravioleta
Para miles de insectos, la capacidad de ver la luz ultravioleta les permite acceder a detalles con los que nosotros siquiera soñamos. Por ejemplo, una abeja es capaz de saber dónde picar en la flor por la cantidad de aspectos que puede ver y que escapan a nuestro sentido de la vista.