Algunos describen el amor como mariposas revoloteando en el estómago; otros, como la adrenalina que sientes en una montaña rusa, y algunos más como una sensación cósmica proveniente de otro planeta. Todos, al menos una vez en la vida, hemos sentido el golpe del amor; sin embargo, pocos saben cómo luce un cerebro enamorado.
La ciencia está en la búsqueda de su propia definición del amor. Para esto, un grupo de científicos rebobinó la evolución del ser humano hasta hace unos millones de años, cuando se formaron los circuitos cerebrales de los sentimientos de apego.
Analizando la mente de 100 personas con un escáner cerebral, los expertos buscaron entre las mentes modernas las señales de estos circuitos de apego. Más allá del amor romántico y los sentimientos, en el cerebro se activaron ciertas regiones básicas para dar origen a esa sensación cósmica e inexplicable que todos tratamos de definir. Desde hace miles de años este sentimiento ha sido discutido en la filosofía, y forma parte de las letras de muchas canciones.
Este remolino que alborota nuestros sentidos, que revoluciona el corazón, que hace que nos suden las manos o sintamos una paz inexplicable, está vinculado con el sistema de oxitocina y vasopresina, el cual se relaciona con los sentimientos de calma y apego.
Aquí es cuando podemos decir que el cuerpo está bajo los efectos de un cerebro enamorado. Los circuitos del apego hacen emerger sensaciones únicas cuando estamos en una relación. Esta energía intensa ilumina y activa todo el sistema de dopamina.
El secreto detrás del cerebro enamorado (en relaciones largas)
Según una idea común, el amor disminuye después de varios años. Pero al parecer estamos equivocados en esto, pues al analizar los cerebros de parejas que llevaban más de 8 o 17 meses en una relación se encontró algo distinto.
El vínculo o circuito del apego es mayor. Después de conocerla bien, los sentimientos hacia esa persona se transforman en apego constante y creciente. El amor errático y apasionado que domina en un inicio pasa a segundo plano. Con el tiempo, lo que más afecta al vínculo amoroso es el cocimiento y aprendizaje constante sobre la otra persona.
El apego hacia la otra persona (sin caer en el cliché de la media naranja) seguirá aumentando en la medida en que aprendas de ella. Puede que en ocasiones odies a tu pareja, pero la ciencia comprobó que siempre y cuando el sistema de apego se encuentre fortalecido, el amor seguirá intacto. Sabiendo esto, ¿cambió en algo tu percepción sobre tu relación y tu idea del amor?