La aseveración de que los pensamientos son capaces de transformar la realidad, para muchos podría sonar a cliché de la new wave. El debate continúa sobre si la realidad es a priori a nuestra conciencia o, por el contrario, es esta última la que crea la realidad. Los expertos siguen intentando comprobar una de las dos teorías y parece que será un debate sempiterno sin salida.
Quizá los pensamientos son un arma poderosa pero no tienen la incidencia necesaria como para cambiar la realidad, o más bien, la realidad de otros. Pero sí tienen el poder de transformar nuestra propia realidad, hablando en un plano corpóreo. En otras palabras, los pensamientos son capaces de programar tus células y con esto, modificar el estado del cuerpo.
Miramos al cuerpo como una entidad que nos pertenece y obviamos los maravillosos procesos que en él se dan. Si te detienes a pensarlo un poco, es maravilloso que con tan sólo indicarle a tus ojos que se muevan para seguir estas líneas, seas capaz de interpretar lo que este escrito contiene. Así con un montón de procesos, desde los más tangibles, hasta los más minimalistas. Millones de células nos constituyen y es sumamente sorprendente que gracias a que saben qué hacer, nuestro cuerpo se mantiene en funcionamiento.
Las células tienen miles y miles de receptores, cada receptor es específico de un péptido o proteína. Cuando nuestra mente produce sentimientos como la ira, la alegría, el miedo y el estrés, cada emoción libera su propia ráfaga de neuropéptidos. Así tenemos una combinación de neuropéptidos específicos para cada tipo de sentimiento y emoción que se esparcen por todo el cuerpo. Estos neuropéptidos se conectan con los receptores de cada célula que, como consecuencia, cambian su estructura en conjunto.
Pero esto no es todo, el asunto se vuelve todavía mas interesante cuando nos damos cuenta de que nuestros pensamientos no sólo son capaces de programar las células ya existentes, sino que además, dejan un impacto a largo plazo. ¿Cómo se da esto? Pues con el proceso de división celular.
Pensamientos y división celular
Si una célula ha estado expuesta a ciertos péptidos más que a otros, la nueva célula resultante de ella, tendrá más receptores que coincidan con ese tipo de péptidos. Y de igual forma, tendrá menos receptores para péptidos a los que su célula origen no estuvo expuesta con tanta frecuencia.
Ahora imagina que tus pensamientos se encaminan frecuentemente a la tristeza o sentimiento de negatividad. Entonces el cerebro inundará tu cuerpo con péptidos específicos para este sentimiento. El resultado es que en el futuro tus células obtendrán mayores receptores de tristeza y será significativamente más complicado encaminarlas hacia la alegría o felicidad.
La salud mental parece no tener gran importancia, la cuestión está en que es un gran factor que se refleja en la salud del cuerpo. Generar espacios para estar contigo mismo y alcanzar momentos de paz que te lleven al sentimiento de plenitud, es de suma importancia. Eres el dueño de tus pensamientos, inclinar la balanza hacia lo positivo depende enteramente de ti.
Aunque es verdad que es imposible no tener días de tristeza, la cuestión es que un estado mental equilibrado es un estilo de vida y un hábito. No se trata sólo de no tener pensamientos negativos, sino de abrazar la sombra, todo aquello oscuro que habita en ti y trabajar con ello para transmutarlo hacia algo positivo. De esta forma la biología también se transformará para bien.