Las tradiciones orales de las Primeras Naciones de habla algonquina en América del Norte, nos hablan de seres mágicos y sobrenaturales. Como en todas las culturas estas criaturas forman parte de su cosmovisión del mundo, aunque no siempre se trate de seres dadores de fe y esperanza. La leyenda del wendigo, narra la existencia de un ser sobrenatural que bien pudo haber sido parte de las tradiciones norteamericanas como un medio para interiorizar el orden y el respeto a la comunidad.
El origen del wendigo
Según la mayoría de las tradiciones orales algonquinas, el wendigo es una criatura que se alimenta de seres humanos y que tiene preferencia por aquellos débiles de mente que caen en el egoísmo. La mayoría de las leyendas de los distintos pueblos norteamericanos, narran que los humanos pueden convertirse en un wendigo después de que su espíritu sucumbe a la codicia, se aísla de su comunidad o bien, pierde sus valores ante la desesperación provocada por el hambre y el frío.
Dependiendo de los distintos pueblos algonquinas que incluyen a los abenaki, siksika, mi’kmaq, algonquin, ojibwe, cree, kikapú e incluso los innu, es el nombre que recibe la criatura. Se cree que la palabra ‘wendigo´ o ‘windigo’ proviene del proto-algonquino ‘wi-nteko-wa’ que significa ‘búho’. Pero también se pueden encontrar otras variaciones como ‘windigoo’ en ojibwa, ‘wìdjigò’ en algonquin y ´wīhtikōw´ en la lengua de los cree.
¿Cómo es el wendigo?
Aunque no está muy claro el aspecto de los wendigo, pues según las leyendas sólo aquellos que lo han visto podrían detallarlo, se ha descrito a la criatura con un aspecto humanoide de gran estatura y huesuda. Posee extremidades largas con dedos delgados y alargados en forma de garras y su rostro es aterrador, pues enseña sus afilados dientes.
También se ha descrito que posee orejas puntiagudas y astas afiladas como las de los alces que brotan desde su cabeza. Sus ojos son lechosos y parecen estar fuera de sus órbitas, pero sobre todo, lo acompaña un olor desagradable que cubre su piel de color ceniza.
*Créditos: Andrés Ríos
En las leyendas de los pueblos tradicionales, los wendigo son tan altos como una persona, sin embargo, se vuelven proporcionalmente más grandes cuanto más seres devoran. Se les atribuyen poderes como una fuerza y resistencia sobrehumanas, que les permiten acechar a sus víctimas.
Egoísmo y canibalismo: la fórmula para crear un windigo
La leyenda del windigo revela mucho más sobre la identidad, idiosincracia y formas de vida de los pueblos tradicionales norteamericanos de lo que podría parecer. Para algunos antropólogos, estas criaturas refuerzan los valores y ayudan a mantener un tabú sobre actitudes que los pueblos ven como inaceptables.
Situaciones que eran muy cotidianas en las formas de vida de los pueblos, se ven reflejadas en la leyenda. Quedar aislado del grupo y sucumbir ante el hambre extrema y el frío, eran hechos latentes que amenazaban constantemente a las comunidades.
De hecho, la mayoría de los relatos donde aparecen los windigos, comienzan con un grupo aislado de su comunidad que se enfrente al mayor estado de supervivencia y que en algunos casos, el hambre los orilló al canibalismo. Se creía que los windigo devoraban a los viajeros solitarios o a un miembro del grupo con actitud egoísta, para luego tomar su personalidad temporalmente y comenzar a devorar a otros humanos.
En la naturaleza, la supervivencia humana a menudo dependía de la cooperación en equipo y la repartición de los recursos, de otra forma, sólo sobrevivirían los más codiciosos. En tiempos de escasez en regiones con condiciones extremas, que un individuo guardara para sí mismo los pocos recursos, estaba muy mal visto.
Es por esta razón que los windigo pudieron haber fungido como una criatura mitológica que ayudó a interiorizar los valores de cooperación en comunidad y sirvió como un recordatorio de que la práctica del canibalismo no tenía cabida incluso en las situaciones más extremas.