Christina Koch y Anne McClain iban a ser las primeras astronautas en realizar una caminata espacial exclusivamente femenina. Pero ésta se vio truncada hace unos días por una razón extraña y que levantó sospechas: no había trajes de la talla de McClain. Y es que los trajes especiales suelen ser demasiado grandes, ya que son pensados para ajustarse a hombres, y Koch tomó para sí el ultimo de talla mediana que quedaba disponible.
Sólo el 11% de los 500 astronautas que han ido al espacio
han sido mujeres.
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El primer grupo de astronautas de la NASA: Mercury 7
En consecuencia, y según informó The Guardian, la astronauta Anne McClain tuvo que ceder su lugar a un hombre, dado que la caminata tendrá lugar este 29 de marzo. Al respecto, la vocera de la NASA, Stephanie Scierholz, declaró que:
En este caso es más fácil (¡y rápido!) cambiar astronautas que reconfigurar los trajes.
Las razones de la NASA para cancelar la primera caminata espacial femenina no son premeditadamente sexistas. Pero dejan ver que vivimos un mundo todavía muy androcéntrico, y que aún se requiere de una más amplia perspectiva de género. Y no sólo en las agencias espaciales.
Porque no cabe duda de que es más fácil sustituir a una mujer con un hombre que hacer trajes espaciales acorde a las necesidades femeninas; un argumento razonable y sustentado es que la agencia espacial debe cuidar a sus astronautas. Sin embargo, ¿este incidente no es señal de que todo está hecho para los hombres? Aunque las mujeres tienen décadas formando parte de las tripulaciones espaciales, todavía no existen trajes hechos a su medida y según sus necesidades. ¿No debería esto encender nuestras alertas?
Lo más paradójico es que, aunque todo está hecho a imagen y semejanza de los hombres, no todo ha sido hecho por ellos. Desde un principio las mujeres han sido un elemento clave en la revolución tecnológica, como explica la periodista Emily Chang en su libro Brotopia, en el cual resalta el papel de las mujeres en las industrias tecnológicas y en las grandes corporaciones de Silicon Valley.
No obstante, el mundo de las industrias tech está dominado por hombres, como también parece estarlo la NASA en cierta medida. Esto quiere decir que todo el conocimiento producido e irradiado desde ésta y otras industrias tiene una perspectiva masculina. Pero vale la pena pensar qué sería de la tecnología, del Internet y de las agencias espaciales si hubiera más perspectivas femeninas.
Las mujeres conquistan la ciencia y la tecnología
Pese a los obstáculos, las mujeres no han sido pasivas en lo que a tecnología y ciencia se refiere. Un ejemplo está en las astronautas que han podido trascender no sólo la atmósfera de nuestro planeta, sino también las barreras de un mundo marcadamente androcéntrico que les ha puesto mil y un muros enfrente.
La primera mujer que viajó al espacio por parte de Estados Unidos fue Sally Ride, en 1983 –30 años después que la cosmonauta rusa Valentina Tereshkova–. Pero Ride no sólo visitó el espacio exterior –pasando en él más de 300 horas– sino que también ayudó a desarrollar nueva tecnología para la NASA, como el brazo robot (Canadarm).
Otros ejemplos contemporáneos de mujeres que conquistan la ciencia está en las mujeres que han innovado en campos como la medicina. Tan sólo hace unas semanas, la mexicana Eva Ramón Gallegos logró eliminar al 100% el virus del papiloma humano.
No obstante, y aunque los roles de género se han transformado en gran medida por los imperativos del mercado –cuyas dinámicas demandan la participación cada vez más activa de la mujer en la economía–, muchas estructuras se resisten al cambio. O, si acaso, realizan microtransformaciones “a modo”, sin dar suficientes libertades y oportunidades a las mujeres, pero aparentando que éstas ya se encuentran en igualdad de condiciones con los hombres.
La cancelación de la caminata espacial femenina es una muestra de todo esto…
Es por ello que un mundo donde las mujeres y los hombres tengan las mismas oportunidades –ya sea para conseguir empleo, estudiar una carrera o ir al espacio– seguirá siendo algo a lo que aspirar y por lo cual luchar si queremos evolucionar como sociedad. Todavía falta mucho que hacer en todos los ámbitos de la vida para que dejemos atrás la absurda división de tareas basada en las diferencias entre géneros, para así poder habitar un mundo donde nuestra anatomía no se interponga entre nosotros y nuestros sueños.
Por lo pronto seguiremos a la espera de que la NASA lance la primera misión espacial femenina, y que ésta despegue sin contratiempos de índole androcéntrica.