En las instalaciones del artista holandés Berndnaut Smilde se congregan distintas técnicas para un solo fin: imitar procesos naturales cuya estética y pureza siempre nos han embelesado.
Pero no se trata sólo de replicar, sino de aprovechar la habilidad de imitar a la naturaleza con la técnica, para así poder generar espacios de fantasía en donde las nubes –e incluso los arcoíris– invaden espacios insospechados. Para esto, Smilde experimentó en su estudio, generando ambientes húmedos, usando vapor y máquinas de humo –como las que utilizan en los conciertos– para crear algo lo más parecido a una nube real.
Las nubes en la obra de Smilde son un monumento a lo efímero, a lo que por naturaleza se desvanece.
Además de las nubes, otro fenómeno natural le causaba inquietudes creativas a Smilde: el arcoíris. Por eso, en el año 2015 construyó un prisma gigante con ayuda del científico Steve Tomczyk y una compañía de plástico local. De esta forma, Smilde crea arcoíris a voluntad que invaden enormes superficies, fundiendo en ellas sus múltiples colores.
Es probable que el arte de la instalación no haya visto nunca algo tan intrépido y a la vez tan simple como estas creaciones, cuya originalidad es proporcional al encanto que provoca mirarlas.
Por eso, el proyecto genera en el artista holandés una profunda satisfacción. Porque para Smilde no se trata de crear arte para la eternidad, sino de formular tiempos y espacios únicos donde suceden cosas inesperadas.
Su obra consigue hacernos fantasear, pero también es una especie de irrupción de la naturaleza y sus fenómenos en nuestra cotidianidad que nos puede conducir a sendas reflexiones.
Te dejamos algunas fotografías, para que saques tus propias conclusiones.