Tu perro podría plantearse seriamente si seguir siendo tu mejor amigo, pues contrario a lo que podamos pensar, hay hábitos humanos que los perros odian. Básicamente, esto se debe a que ellos tienen su propia concepción del mundo y, por lo tanto, una comprensión particular de lo que es la convivencia.
Los perros no son seres simples, ni mucho menos; al contrario: son complejos, y tienen incluso sus propios códigos de comunicación. Requieren de los cuidados más obvios, pero también de nuestro respeto por su autonomía, sus espacios vitales y sus propios ritmos.
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Dicho esto, te gustará saber cuáles son esos hábitos que pueden llevar a tu perro al borde de odiarte (por lo menos a ratos), y que sin duda puedes evitar si quieres contribuir a fortalecer los lazos con tu compañero canino, así como a su felicidad. Por cierto, no te confíes: lo más seguro es que hagas una o más de las acciones que aquí te presentamos. Así que toma nota y comienza a cambiar ya. Estas son las cosas que haces y que tu perro realmente odia:
1. Hablarle como si fuera humano (y no usar lenguaje corporal)
Este es quizá el hábito odioso que más hints puede darnos sobre cuán distintos son los perros a nosotros. Mientras que a todo le buscamos palabras, los perros se sienten mucho más cómodos expresándose con el cuerpo. A veces les confunde mucho nuestro uso mixto de las palabras y el lenguaje corporal, que puede ser muy contradictorio para ellos, al punto de confundirlos.
Prueba pasar todo un día comunicándote con tu perro sólo con el cuerpo. Aprenderás mucho más de él y de su propio lenguaje que con 1 año de “pláticas”donde sólo eres tú el que habla.
2. Abrazarlo aparatosamente
Amamos abrazar a nuestro perro. Pero hacerlo aparatosamente y por mucho tiempo lo desespera. Incluso, a algunas razas de perro un abrazo puedes causarles miedo, pues ven amenazada su libertad y se sienten dominados cuando los envolvemos en nuestros brazos.
Si ahora te preguntas si todo este tiempo tu perro ha odiado los abrazos que le prodigabas, prueba con ver su reacción. Pon especial atención a su lenguaje corporal: si intenta irse o pone sus orejas hacia atrás es que no lo está disfrutando.
3. Ruidos fuertes y olores perfumados
Esto es bastante obvio, pero a veces no tenemos cuidado con ello. Evita llevar a tu perro a donde haya ruidos fuertes, y si vas a hacer algo muy ruidoso en casa –que implique, por ejemplo, el uso de herramientas eléctricas– trata de hacerlo lejos de él.
De igual forma, tu perro detesta los olores perfumados. No rocíes loción en los lugares donde vaya a estar, ni te pongas perfume cuando estés a su lado. De hecho, si puedes evitar usar lociones muy fuertes seguro te lo agradecerá.
4. Acariciarlo en la cara y la cabeza
Todos, absolutamente todos, acariciamos a los perros en la cara y la cabeza. A veces puede gustarles (ver referencia arriba). Pero en exceso se puede volver fastidioso para ellos, ya que se sentirán invadidos. Es mejor acariciarlos en la nuca o más atrás, en el cuello o la espalda, y variar lo más posible las zonas para su mayor disfrute.
5. No darle estructura a su vida con reglas
No, tu perro no es un rebelde sin causa. Es mucho mejor que haya reglas claras, lo cual le ayudará a entenderte y evitará las confusiones y el estrés que los regaños azarosos pueden ocasionar en su psique. Además, el ancestro del perro es el lobo, un ser que vive en manadas con una organización clara y cuyos miembros siguen siempre a un líder.
Evita también regañarlo por cosas que no están bajo su control ni el tuyo; por ejemplo, puede que no te importe que salte sobre ti, excepto cuando traes puesta cierta ropa. Pero si lo regañas, sólo lo estresarás innecesariamente. Sería mejor que entienda que nunca debe hacerlo, lo que sentará las bases para que tu perro y tú sean más felices.
6. Forzarlo a interactuar con otros perros y/o gente
A veces nos gana más la emoción a nosotros que a nuestros perros en lo que concierne a la socialización. Solemos ser nosotros quienes queremos que interactúen con otros perros o con amigos, pero no nos damos cuenta de si nuestro perro realmente quiere hacer nuevos amigos o si, por el contrario, no está de humor.
7. Pasearlo sin darle oportunidad de explorar
Una cosa es que nuestro perro sepa pasear obedientemente. Pero eso no quiere decir que camine a nuestro ritmo o que no quiera explorar, ante lo cual debemos ser comprensivos y no negarle la oportunidad de conocer a través del olfato el lugar por el que pasa. De otra manera, es como si a nosotros nos sacaran a dar un paseo con una venda sobre los ojos… No tendría mucho sentido, ¿o sí?
8. Ponerle ropa ridícula (y burlarte)
Vestir a un perro no tiene quizá ningún propósito útil. Y casi a ninguno le agrada, pues realmente son capaces de sentirse avergonzados. Además, esto contribuye a algo que no es buena idea: humanizar a los perros; eso les incomoda muchísimo y los hace sentir fuera de lugar. Hay que respetar lo que son y tratarlos como parte de la “jauría” (también por eso es importante proveerlos de reglas).
* Edición de portada: Ecoosfera