Hace unos meses se tomó una espectacular fotografía de nuestro sol. En ella, el astro aparece como una perfecta esfera de luz. Ninguna de las manchas solares que usualmente lo recubren es visible: su superficie de fuego se extiende, suave y homogénea.
En esta fotografía publicada por la NASA, vemos dos caras del mismo sol. Del lado izquierdo, la superficie alcanza su máximo de actividad en el año 2012. La otra imagen muestra al sol en agosto de 2018, cuando estuvo a punto de alcanzar su grado máximo de pasividad. ¿Por qué sucede esto?
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NASA
Pocas veces nos ponemos a pensar en las transformaciones que el sol experimenta, quizá porque lo percibimos como algo fijo y constante, al grado de moldear nuestras vidas en torno a él. Sin embargo, como todo en la naturaleza, nuestra estrella tiene sus ciclos. La fase que resulta en este maravilloso espectáculo visual es conocida como mínimo solar.
La ausencia de manchas solares tiene efectos curiosos en el gran astro. Su brillo en general disminuye, mientras que los vientos solares se aplacan. Al ser el eje de nuestro sistema, los cambios en el sol repercuten directamente en la Tierra. La consecuencia de un sol más tranquilo es el enfriamiento de la atmósfera exterior terrestre.
Los astrónomos siguen estudiando el sorprendente rango de efectos de la actividad solar mínima. Quizá, entenderla un poco más nos sirva como recordatorio de que muy pocas cosas en el espacio exterior permanecen fijas, por más que lo aparenten. El universo, tal como ocurre en las vidas de quienes lo admiramos, está en constante flujo y transformación.