La curiosidad por conocer los mundos antiguos que rondaron por las mismas tierras que ahora habitamos nosotros, es una constante en la humanidad. Descubrir cómo se gestó la vida y descifrar las criaturas que ahora sólo podemos imaginar, es la base de miles de investigaciones. En ocasiones la curiosidad ha rebasado la capacidad de imaginación y ha llegado hasta la ciencia ficción cinematográfica que con ayuda de la tecnología ha recreado la vida arcaica. Pero, parece que estamos ante una coyuntura científica en donde la modificación genética ya es posible y los científicos están elevando las apuestas. Ahora, una empresa biogenética pretende revivir al mamut lanudo e incluso ya cuenta con los fondos para llevar a cabo su plan.
El plan para revivir al mamut lanudo
La clonación se convirtió en un hecho viable hace décadas, de hecho, ya se ha logrado utilizar la clonación como una herramienta de conservación de especies en peligro de extinción. Aunque esta herramienta podría utilizarse más allá de los límites de la ética, recolectando ADN de huesos y restos fósiles de animales extinguidos hace millones de años. En ese sentido, el genetista George Church de la Facultad de Medicina de Harvard, pretende resucitar al mamut lanudo, que se extinguió 4 mil años atrás.
Church junto con su grupo de genetistas defiende su iniciativa argumentando que traer de regreso al mamut lanudo podría ayudar a restaurar la tundra ártica. Según Church, este hecho ayudaría a combatir la crisis climática y preservar al elefante asiático, con el que el mamut se encuentra genéticamente emparentado. Y aunque este podría sonar como un argumento convincente en nombre del cuidado del planeta, existen muchos factores que quedan al aire.

George Church y Ben Lamm.
Aunque el objetivo no es propiamente clonar el ADN recogido de los restos de mamut lanudo encontrados en el permafrost del Ártico. Sino que pretenden utilizar la ingeniería genética para crear un híbrido. El elefante asiático es, según Church, el mejor candidato para este objetivo, ya que tiene estrecha relación con el mamut lanudo. La investigación ya cuenta con el sustento económico de Ben Lamm, un empresario tecnológico que ha donado 15 millones de dólares para revivir al mamut lanudo.
Cerdos que donan órganos
Church ha estado inmiscuido en asuntos de ingeniería genética desde hace años. Ha logrado utilizando la técnica de CRISPR, que le permite hacer una especie de edición de genes para alterar las características de algunas especies. De hecho, su trabajo se ha centrado en la creación de cerdos genéticamente modificados para que puedan donar órganos compatibles con humanos. Para lograr este hecho, el genetista tuvo que hacer “muchos cambios (genéticos), 42 hasta ahora para hacerlos compatibles con los humanos. Y en ese caso tenemos cerdos muy sanos que se reproducen y donan órganos para ensayos preclínicos en el Hospital General de Massachusetts”.
Así, aunque con el mamut lanudo el objetivo difiere de la investigación de los cerdos, se usaría esta técnica y se tendrían que hacer un número similar de cambios genéticos para lograrlo. Tras analizar más de 23 especies vivas de elefantes asiáticos y mamuts lanudos, Church y su equipo concluyeron que deberán programar “simultáneamente más de 50 cambios” en el código genético del elefante elegido. Así este último obtendrá los rasgos del mamut lanudo que habitó la Tierra hace 4 mil años durante la era de hielo.
¿Y la ética…?
Pero más allá del deslumbre del poder al que ha llegado el humano en ingeniería genética, hay que plantear varias cuestiones antes de pensar en revivir al mamut lanudo por mano humana. En primer lugar, está la cuestión ética; ya que la ingeniería genética es relativamente nueva, no existen legislaciones que limiten el uso de su poder. Existen países donde hay desde luego limitaciones para su uso en humanos (a excepción de China). Pero no está claro el límite para la experimentación animal. Entonces surge la pregunta de si es ético modificar la vida a tal grado, no sólo para resucitar a especies extintas, sino para crear nuevas variantes e introducirlas a la vida silvestre.
Y por último, antes de intentar justificar tales hechos en el nombre del cuidado del planeta. Primero habría que emprender acciones de conservación de las especies que ya se encuentran luchando por su supervivencia, misma que el hombre ha puesto en peligro. Está claro que hay otras líneas de acción para frenar el cambio climático y no son precisamente la modificación genética.