Los insectos son la familia más grande del reino animal, los hay de todos tipos, están aquellos que parecen palomitas de maíz o incluso de apariencias metálicas más brillantes que un espejo. Pero uno de los insectos más comunes que es posible observar en las ciudades de Norteamérica es el cara de niño, nombrado así por su apariencia peculiar que es temida por sus observadores, sin embargo, no hay nada qué temer pues son insectos completamente inofensivos.
De nombre científico Stenopelmatus fuscus, recibe el nombre popular de ‘cara de niño’ o ‘grillo de Jerusalén’. Habita en los jardines húmedos donde ama excavar debajo de la tierra, incluso son tan rápidos para sumergirse bajo tierra que se les puede perder de vista en un instante.
Se le puede encontrar al oeste de Estados Unidos, en las regiones cercanas al Pacífico y también habita en el centro de México, región de donde es endémico. De hecho, es de los pocos insectos de apariencia extraña que se pueden avistar en los jardines de la Ciudad de México.
Apariencia de los cara de niño
El Stenopelmatus fuscus o cara de niño, no es una especie de arácnido, de hecho, es más cercano a los grillos que a cualquier otra especie de insecto y lo demuestra al frotar sus patas traseras contra su abdomen con lo que produce un sonido muy similar al de los grillos.
Tiene un tamaño peculiarmente grande para tratarse de miembros de la familia Gryllidae. Los adultos alcanzan de 3 a 5 centímetros de longitud y la hembra suele ser mucho más grande que el macho. Podría decirse que su apariencia es una mezcla entre hormiga y grillo, pues tienen un color café rojizo aunque su cuerpo es de un tamaño muy robusto, incluidas sus patas.
Su cabeza es grande y alargada, con dos ojos negros grandes en la parte más ancha y al lado crecen dos antenas. Sus mandíbulas están diseñadas para morder con gran fuerza, pues aman alimentarse de tubérculos y raíces.
No son venenosos
A menudo se tiene la creencia de que los cara de niño son venenosos o peligros debido a su apariencia robusta e imponente, sin embargo, esto no es así. De hecho es un animal bastante inofensivo, aunque de vez en cuando, si se siente amenazado puede propinar una mordida dolorosa.
Hay que tener claro que una mordedura de cara de niño no representa peligro alguno, salvo el dolor que pudiera ocasionar. Pero fuera de eso, no se trata de insectos venenosos que pudieran causar alguna reacción toxicológica. Por el contrario, son animales que se encuentran vulnerables ante la destrucción de su hábitat natural por lo que la mejor decisión si nos encontramos con uno, es dejarlo continuar su camino.