Las formas en que la naturaleza cuida de la supervivencia de las especies a través de los comportamientos de los padres, resultan asombrosas. Mientras que algunos animales como los osos polares resultan ser de los más solitarios y viven cerca de sus madres tan sólo uno o dos años hasta que se vuelven independientes y separan sus caminos para siempre, existen otros animales que llevan sus compromiso paternal y maternal hasta otros niveles. Los gaviales son reptiles de agua que tienen la peculiaridad de comportarse como padres orgullosos y se ha visto a gaviales con más de 100 de sus pequeñas crías montadas en su lomo mientras dan un paseo por el río. Pero las arañas no se quedan atrás, para cuidar de sus pequeñas crías algunas especies de arañas cargan con sus bebés en sus espaldas para cuidar de ellas y lograr que lleguen a una edad adulta.
Una maternidad de otra altura es la que ejercen algunas especies de arañas. Todas las especies de arañas conocidas envuelven sus huevecillos con su tela de seda para proteger a sus futuras crías. Pero cómo cuidan de estos sacos cambia enormemente de especie a especie. Mientras que todas forman un bulto ordenado con tela de araña para proteger a las futuras crías, existen algunas que no sólo cuidan celosamente de los huevecillos, sino que cuando estos eclosionan, permiten a sus pequeños bebés trepar por sus patas hasta llegar a su espalda, donde viven por algún tiempo hasta que logran independizarse.
Este es el caso de la araña lobo que pertenece a la familia de las Lycosidae, entre las que se encuentran aquellas que comúnmente conocemos como tarántulas. Este tipo de arácnidos generalmente habitan en sitios donde el ambiente es primordialmente húmedo como en cuevas de bosques húmedos. Se caracterizan por su gran tamaño que llega a alcanzar los 3 centímetros en el caso de las hembras, además de sus grandes ojos que les brinda una vista mucho más privilegiada que otras especies de arañas.
Una maternidad de altura
Pero sobre todo lo que más llama la atención de las arañas lobo, es que son una de las especies que lleva su maternidad hasta un nivel asombroso. Luego de la eclosión del saco de huevecillos que cargan en su vientre envuelto en tela de araña, las madres permiten a sus bebés trepar por sus patas hasta alcanzar su espalda. Ahí se aferran a su madre por montones, una primera capa de arañitas se adhiere a las vellosidades de su madre, mientras que las capas más superiores de arácnidos diminutos se apilan sobre sus hermanos hasta generar una montaña de crías de tarántula.
Una camada de bebés arácnidos puede amontonarse en la espalda de su madre por hasta más de una semana, ya que por lo general las crías no requieren de alimento inmediatamente. Aunque la orgullosa madre se detiene con regularidad en pequeños charcos de agua para que sus pequeños puedan descender para hidratarse un poco.
Así es como la araña lobo mantienen a salvo a sus crías de posibles depredadores como las avispas o el escorpión amarillo, que son sus más importantes amenazas en la cadena alimenticia. Las fotografías de las arañas cargando a sus cientos de bebés en el lomo, sorprenden a cualquiera y nos recuerdan que la naturaleza tiene mucho que enseñarnos todavía.