A diferencia del ser humano que usa el lenguaje verbal para comunicar sus sensaciones, pensamientos y concientizaciones, otros seres vivos aprenden a transmitir información a su propia manera. Por ejemplo, los perros ladran como un método de comunicar sus instintos; un bebé, el llanto como única vía de transmitir sus necesidades y sentimientos; una planta, sigue a los rayos del sol como medida de supervivencia. No obstante, ¿qué pasa con el resto de las plantas: realmente tienen un mensaje que transmitir?
Si bien hay plantas que proveen alimento y medicamento, algunas de ellas están tratando de comunicar sobre su historia ancestral y terrenal al poseer propiedades con el efecto de concientización sobre nuestros cuerpos. Gracias a este efecto de la flora, como es el del peyote y la ayahuasca, el cuerpo “habla” sin necesidad de las palabras pero de las sensaciones.
Dicen que los artistas poseen una sensibilidad más aguda cuando se trata de la comunicación entre las plantas y los humanos. Un ejemplo es Alex Grey o Luis Tamani, quienes han inmortalizado en cuadros las palabras de ríos, cascadas, plantas y animales de bosques y selvas.
Tamani, por un lado, se encarga de pintar visiones ceremoniales de la comunicación entre humanos, plantas y animales. Se trata de una relación profunda, única y valiosa capaz de no sólo amplificar la presencia en el aquí y en el ahora, también de proveer beneficios terapéuticos en casos de trauma y adicción.
Es decir que cuando una planta habla, como el tulsi o la espirulina, nuestro sistema nervioso se calma a través de una infusión o un superalimento. No se trata de una relación esencial para nuestra supervivencia, también para la salud y bienestar tanto físico como emocional.