No cabe duda de que ser permanentemente felices es imposible. Parte de conquistar la felicidad depende de que sepamos lidiar con los momentos en los cuáles ésta se difumina, lo que puede pasar en cualquier momento.
Pero quizá la razón de que la felicidad colectiva esté a la baja es que buscamos fuentes de placer inmediatas y lo más permanentes posibles. Nos hemos vuelto esclavos de microdosis de felicidad, como las que proporcionan las redes sociales, las cuales activan los mecanismos de recompensa del cerebro cuando navegamos en ellas.
Esto no significa que seamos hedonistas: de serlo, nuestra satisfacción estaría asegurada. En cambio, la mayoría de nosotros entramos en una espiral de adicciones u obsesiones cuando no sabemos buscar la felicidad en el lugar y el tiempo correctos. Y no hay ningún placer en ello. Pero entonces, ¿cómo transformar nuestra actitud?
La ciencia tiene algo que decirnos..
Y es que sólo necesitamos de algo para ser felices: más naturaleza.
Regresar a la naturaleza es algo que el mismísimo Carl Jung ya recomendaba. Para este psicólogo, la manera de entablar el diálogo con nuestro inconsciente (dueño de los más importantes instintos que nos guían por la vida) era regresar a la naturaleza. Necesitamos dejar de racionalizar todo y comenzar a sentir más. Por eso, tan sólo dar un paseo por un parque puede ser prodigiosamente bueno para la salud psíquica y mental, algo que la ciencia ha comprobado de múltiples formas.
No por nada ya muchos doctores en Escocia pueden recetar un poco de naturaleza a sus pacientes. Y lo mejor es que no se trata de una medicina sólo para curar, sino también para prevenir: para poder vivir el aquí y el ahora sin perder la perspectiva del futuro, conquistando la felicidad a cada paso. Porque además, la naturaleza combate nuestra sed de inmediatez: así que no hay mejor remedio que interactuar con ella.
Toma un “baño de bosque”
El shinrin-yoku es un método japonés de relajación que consiste en dar paseos por áreas verdes bajo la premisa de dejar entrar al bosque dentro de uno mismo. El efecto más contundente de este método es que disminuye el estrés más del 10% en quienes lo hacen de manera regular. Así que te recomendamos hacerlo: incluso si vives en una ciudad es posible, y sus beneficios serán los mismos. Pero si puedes escaparte a un bosque por lo menos una vez al mes, mejor aún: puedes aprovechar para abrazar a un árbol y dejar que te transmita su bondad.
Múdate a un barrio con mucho verdor
Un estudio comprobó que vivir en una zona citadina con muchas áreas verdes incrementa la satisfacción personal, tanto como puede hacerlo tener un buen empleo o una relación estable. Así que si estás pensando en mudarte, toma esto muy en cuenta.
Cuida muchas plantas
Las plantas nos hacen sentir mejor. Según varios estudios, convivir con ellas ayuda a bajar la presión sanguínea, mejora capacidades cognitivas como la atención, y nos provee de calma y bienestar. No lo pienses: ten muchas plantas. Puedes optar por algunas más resistentes, si eres un primerizo en botánica casera.
Ten una mascota
Especialmente se recomienda tener perros, pues la ciencia ha comprobado que pueden ayudar a lidiar con la depresión y la ansiedad (y específicamente, algunas razas son mejores en ello). Por supuesto, no deben suplir el afecto humano. Pero pueden darnos grandes dosis de felicidad, pues su actitud es de lealtad e infinita amistad sin mediaciones.
Huele flores
No por nada el ser humano ha cultivado flores desde hace 5,000 años. El aroma de éstas libera emociones positivas, según se comprobó en un estudio de la Universidad Rutgers. De acuerdo con los investigadores, el aroma floral potencia especialmente la felicidad y la amistad. Es decir que oler algunas flores también puede hacernos más empáticos, lo cual es clave para ser felices.