El comportamiento reproductor de los pulpos es un enigma, luego de que los huevos se acercan a la eclosión y justo cuando van a comenzar su vida, la madre desciende en un laberinto de destrucción por decisión propia. Comienzan a golpearse contra las rocas e incluso se mutilan a sí mismas hasta la muerte. Los biólogos se han mostrado intrigados por este comportamiento y aunque tenían pistas, no había una explicación más a profundidad, hasta ahora que parece que finalmente resolvieron el enigma de por qué los pulpos se torturan a sí mismos.
Programadas para morir
El apareamiento entre pulpos es completamente distinto a lo que conocemos de otras especies marinas. Practican una especie de fecundación externa, en donde los machos depositan sus espermatóforos directamente en un embudo tubular que luego las hembras utilizan para respirar. O simplemente los entregan directamente a la hembra que los acepta con uno de sus tentáculos derechos (los investigadores no saben por qué).
Luego las hembras cuidan de los huevecillos hasta que están a punto de eclosionar. Una vez que los pequeños octópodos se preparan para nacer, las hembras simplemente se suicidan. Golpeándose contra rocas, desgarrando su piel o incluso comiendo pedazos de sus propios tentáculos, las hembras mueren.
En 1977 Jerome Wodinsky de la Universidad de Brandeis encontró que el mecanismo detrás de este extraño comportamiento autodestructivo se encuentra en la glándulas ópticas, un conjunto de glándulas cerca de los ojos de los pulpos, que es el equivalente a la glándula pituitaria en los humanos. En teoría, si se cortan dichas glándulas, la madre pulpo no abandonaría a sus huevos y continuaría con su vida. No obstante, aunque se sepa en qué región radica dicho mecanismo, no se sabía por qué ocurre.
Una sarta de cambios en el organismo de los pulpos
Yan Wang de la Universidad de Washington está realmente interesado en descubrir qué hay detrás del mecanismo autodestructivo de los pulpos. Es por esto que tomó como base la investigación de Wodisnky y analizó los procesos de las glándulas ópticas. Descubrió las sustancias químicas detrás del frenesí mortal que lleva a las hembras al suicidio.
Desde el punto de vista etólogo, es posible que la muerte autoinfligida se deba a una forma de mantener la especie en supervivencia, ya que los pulpos son caníbales. En ese sentido, si las generaciones más viejas prosperaran mayor tiempo, se encargarían de comerse a las crías. Pero al analizar las sustancias químicas, estas revelan exactamente qué sucede en sus cuerpos.
Luego de que las hembras pone sus huevos, ocurren tres cambios químicos en sus cuerpos. Se produce un aumento de la pregnenolona y la progesterona, hormonas asociadas a la reproducción en una gran cantidad de animales. También se elevan los niveles de un bloque de construcción del colesterol llamado 7-dehidrocolesterol o 7-DHC.
Los humanos también producimos 7-DHC en el proceso de generación de colesterol, pero no mantenemos el compuesto por mucho tiempo en nuestro sistema, pues es tóxico. De hecho, los bebés que nacen con el síndrome de Smith-Lemli-Opitz, un trastorno genético que impide la eliminación de 7-DHC, sufren problemas intelectuales, de comportamiento, incluidas las autolesiones, y anomalías físicas como dedos de manos y pies adicionales y paladar hendido.
Luego de la puesta de huevos, las hembras de pulpo también producen más ácidos biliares, que en humanos son producidos por el hígado. El conjunto letal lleva a las hembras a sortear una serie de cambios en su organismo que es posible que las conduzca hasta la autodestrucción.
Referencias: Wang, Z. Steroid hormones of the octopus self-destruct system. Current Biology, DOI.