Las predicciones apocalípticas no son pocas, de vez en vez surge una predicción catastrófica que augure el final de la humanidad. Quizá sea por la pulsión de muerte y la incertidumbre que vive dentro de nosotros y busca inconscientemente un final para la realidad. Sin embargo, en la mayoría de los casos, estos augurios resultan ser poco convincentes y, de hecho, llegadas las fechas propuestas para el cataclismo del mundo, simplemente pasan desapercibidas y la vida continúa como siempre.
Pero poco a poco vemos cómo los investigadores se han sumado a las advertencias sobre nuestro estilo de vida que lentamente está apagando la riqueza ambiental del planeta. Y no es precisamente que los científicos se involucren en esta clase de predicciones, sino que los datos y las estadísticas les arrojan una verdad que ya no se puede esconder.
Los límites de la humanidad
Hace cuatro décadas, en 1972, un grupo de investigadores del Tecnológico de Massachusetts (MIT) publicaron un reporte titulado ‘Limits to Growth’, que causó gran controversia en aquella época. En él, se auguraba el colapso de la economía mundial para la década de 2030, basado en una serie de modelos computacionales que analizaron la información financiera mundial.
El resultado según los cuatro investigadores era contundente; si la sociedad mantenía la tendencia a aumentar el volumen de consumo, el sistema financiero simplemente colapsaría. Extrañamente predijeron que de no cambiar las tendencias que ya se venían gestando desde aquella época, el sistema financiero terminaría como una enana blanca que se consume a sí misma.
Relación consumo-desgaste ambiental
La investigación utilizó modelos computacionales que correlacionaron una serie de variables que se separaron en dos vertientes. La primera incluyó las diversas facetas del desarrollo global, es decir, las economías y el crecimiento del consumo. Mientras que la segunda se inclinó más hacia las consecuencias sobre el planeta y sus recursos, acorde a esta tendencia de demanda.
Se incluyeron modelos que reflejaban la cantidad de recursos naturales disponibles, así como la producción agrícola y un modelo de crecimiento poblacional acorde con las estadísticas de aquella época. Pero también se incluyeron las tendencias mundiales sobre la protección del medioambiental y una extracción segura de los recursos naturales. Con todas estas variables introducidas en una licuadora, lograron estipular una proyección hacia futuro, que sobra decir que no resultó alentadora en ningún sentido. La economía colapsaría en el año 2030 por consecuencias ambientales.
Las predicciones se han cumplido
En su momento los científicos y la sociedad misma, miraron por debajo del hombro a aquel reporte y pasó desapercibido como todas aquellas advertencias de cataclismo. No obstante, ahora que el tiempo ha seguido su curso y que el consumo ha continuado con su tendencia hacia un crecimiento desmedido, el panorama parece verse más claro. Ahora más que nunca sabemos que el consumismo está deteriorando enormemente los recursos naturales por lo que la vulnerabilidad económica se asoma cada vez más.
Los investigadores de hoy en día creen que después de todo, el reporte que auguró el colapso económico para 2030, no es tan descabellado. En especial el físico australiano Graham Turner, que decidió echarle un vistazo de nueva cuenta a ‘Limits of Growth’. Utilizó los resultados del reporte e hizo una comparativa con la información actual del estado de las economías, el consumo y los recursos naturales. Concluyó que las proyecciones de aquella investigación de hace cuatro décadas, empalman casi a la perfección con las condiciones actuales. “Hay una clara alarma sonando aquí. Definitivamente no estamos sobre una trayectoria sustentable”, concluye Turner.
Aunque el reloj parece resonar más fuerte que nunca su tic-tac, puede que justamente sea esta visión fatalista la que se encargue de despertar las consciencias del mundo. Si las alarmas nos hacen voltear de lleno hacia la crítica situación ambiental a la que hemos llevado al planeta, quizá surja un espíritu de equipo para hacer lo que se debe hacer para cuidar de nuestro hogar.