México ya no es un país petrolero: ¿debería volverse superpotencia en energía renovable?

México ya no es un país petrolero: ¿debería volverse superpotencia en energía renovable?

Quizá sí, pero lo más importante está en pensar cómo reorganizaremos la vida en colectividad más allá del petróleo.

¿Te imaginas una vida sin petróleo? Cuesta trabajo pensar en un futuro que no gire alrededor de esta sustancia. Desde hace más de 1 siglo somos una auténtica sociedad del petróleo, y hoy en día éste sigue siendo omnipresente. El petróleo, como una esencia, se encuentra en todos lados: en tu computadora, tu teléfono y tus gadgets; pero también en tu ropa, en los envases y hasta en la goma de mascar.

Y es que ha sido gracias al petróleo que hemos podido producir y reproducir la existencia a ritmos vertiginosos. Gracias a este líquido podemos cosechar alimentos y transportarlos a las tiendas, así como poner a funcionar las fábricas donde se produce todo aquello que consumimos.

Como todos los países, México también depende del petróleo.

En 1930, México se consagró como un país petrolero. El “oro negro” es lo que ha sustentado a la economía mexicana desde entonces, aunque tras la crisis de 1982 comenzó el lento declive de Pemex y el desmantelamiento de sus diversas ramas. No obstante, el nuevo gobierno está sosteniendo tanto sus promesas como sus esperanzas en este combustible, así como en la endeudada paraestatal.

No obstante, el petróleo ya no es una opción… ni para México ni para el planeta.

La era de los combustibles fósiles está llegando a su fin –en especial porque cada vez es más difícil extraerlos–. Esto nos ha dejado inmersos en un predicamento ambiental y social, pues nos hemos vuelto tan dependientes del petróleo que no podemos ni imaginar una vida sin él, pese a que su uso desmedido nos tenga al borde de la extinción. Pero ahora, la creciente escasez de esta sustancia, junto con la crisis ambiental en aumento, nos coloca bajo un imperativo ineludible: debemos transitar hacia otro modelo energético.

Por eso, Jeffrey Sachs, profesor de economía de la Universidad de Columbia, cree que México debe –y puede– convertirse en una superpotencia en energía renovable, un camino por el cual ya han comenzado a transitar importantes potencias como la India, cuya producción energética pronto vendrá únicamente de fuentes sustentables.

Este experto dijo estar reuniéndose con funcionarios del gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador para hacer de México una superpotencia en energías renovables. Y es que Sachs afirma que México tiene la posibilidad de invertir en un futuro más sustentable.

Según le dijo Sachs al periodista Justin Villamil:

¿Por qué invertir en Pemex cuando lo que México realmente necesita es un Solarmex?

La cuestión radica en que, según el último informe de la Secretaría de Energía hecho para el primer semestre de 2018, durante ese período las energías renovables o limpias no representaron más que el 25% del total de la energía producida, mientras que los combustibles fósiles siguen abarcando el 75%.

No obstante, y de acuerdo con el mismo informe, durante 2017 el 36% de las nuevas inversiones realizadas en Latinoamérica para el desarrollo de proyectos de energías renovables se realizó en México, lo que hace del país uno de los 12 lugares más atractivos en donde invertir. Aunque esto tuvo que ver, por supuesto, con la Reforma Energética, lo cual pueden no ser muy buenas noticias.

Pero entonces, ¿puede ser México una superpotencia en energía renovable?

Según Juan Arellanes, profesor de geopolítica y especialista en temas de seguridad energética de la Universidad Anáhuac México, con quien tuvimos la oportunidad de charlar, el problema para el sector energético en México es más profundo:

La energía no es un bien económico como una hamburguesa o un automóvil. La energía es el precursor de toda actividad económica. Y es el sector energético el que entrará en crisis a nivel mundial.

El problema es que la producción de petróleo convencional está en descenso, mientras que sólo está creciendo la producción de petróleo no convencional, que requiere más energía para su producción.

Como este experto recalca, la cuestión no está en la escasez de petróleo, sino en que no se podrá aumentar la producción de éste combustible más que, si acaso, a costa del planeta. Y esto es un problema muy grave para el actual gobierno:

Si sumamos los dos factores (la inelasticidad de la demanda de petróleo y el encarecimiento de su extracción) tenemos un problema muy grave: invertir en petróleo y gas es absolutamente necesario, pero no es rentable.

Es aquí donde entra la oportunidad –y quizá la necesidad– de invertir en energías renovables. La gran pregunta es:

¿Las renovables son rentables, financieramente hablando?

En algunos casos sí, en otros no. Se requiere del mejor diagnóstico posible para responder con precisión. Las opiniones técnicas están divididas y es muy posible que la estimación del potencial, en muchos casos, esté inflada. Hay mejores localizaciones que otras para el viento y el sol, para el calor interno de la tierra, para las plantas hidroeléctricas, etc.; pero esas mejores localizaciones son las primeras en ser ocupadas.

Conforme la industria de la energía renovable vaya creciendo, las localizaciones más rentables ya no estarán disponibles y el sector experimentará lo mismo que le está pasando al petróleo: rendimientos decrecientes. De hecho, aun si todo el planeta tuviera condiciones adecuadas, las renovables tendrían rendimientos decrecientes. Porque las renovables son una extensión del sistema energético fósil, es decir: necesitamos de petróleo para construir la infraestructura de la energía renovable.

De modo que, ¿quién debería desarrollar las energías renovables? ¿el sector público o el sector privado?

Para el profesor Arellanes, no hay que olvidar que cuando Lázaro Cárdenas expulsó a las empresas petroleras extranjeras e hizo de la industria del petróleo un bien común de todos los mexicanos, fue cuando el país pudo desarrollarse más velozmente y salir de las diatribas en que se había metido las décadas anteriores.

Ahora, López Obrador aseguró –y de hecho “decretó”– que México ya no será un país neoliberal –lo que económicamente hablando significa abandonar el paradigma del puro y omnipotente libre mercado–. De ello se deduce que cualquier tipo de manejo de energía renovable debería plantearse también en términos de gestión pública y estatal, ya que además se trata de un sector estratégico del que depende la soberanía ambiental.

Y más aún porque, según el profesor Arellanes:

La iniciativa privada [de energías renovables] sólo estará interesada en invertir mientras las inversiones sean rentables y generen beneficios. Pero el problema es que el nuevo gobierno ni siquiera está discutiendo esto. La prioridad es rescatar a la industria petrolera nacional, construir refinerías e impulsar el fortalecimiento de Pemex.

Según este experto, nuestro predicamento energético no se solucionará sólo combatiendo la corrupción –por ejemplo, haciéndole la guerra al huachicol–, ni intentando enmendar el pésimo manejo que sufrió Pemex en años anteriores…

Ello, sin duda, servirá. Por una razón: necesitamos del petróleo, necesitamos de Pemex para realizar la transición energética a renovables. Pero es importante que el gobierno tenga claro que el rescate de la industria petrolera es sólo un medio, no un fin en sí mismo.

Debemos pensar colectivamente en cómo reorganizar la vida social más allá del petróleo.

Para terminar esta reflexión, el profesor Arellanes hizo hincapié en que debemos rediseñar por completo nuestras ciudades, las formas en que nos transportamos, en que producimos, e incluso las formas cómo interactuamos:

Se requiere renunciar al paradigma del crecimiento y encontrar una alternativa de sentido civilizatorio que sustituya a la idea moderna de progreso. Un desafío tan importante no puede dejarse en manos del mercado.

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