Cuando tenemos la oportunidad de comer en algún restaurante, muchas veces nos ocupamos de disfrutar el platillo que tenemos en frente. Llega a suceder que es tan delicioso que lo devoramos en un “abrir y cerrar de ojos”, sin cuestionarnos el procedimiento que se tuvo que realizarse para que ese alimento llegara a nuestra mesa.
Un grupo de casi 80 restaurantes y hoteles parisinos ha tomado la decisión de implementar prácticas ecologistas a lo largo de su procesamiento de alimentos. El proyecto piloto intenta colectar los desperdicios de comida orgánica, reciclarla y así generar biogás que produzca electricidad, calor y composta para las granjas aledañas a la ciudad. De hecho, la agencia francesa para el cuidado del medio ambiente, Ademe, y el restaurante Synhorcat, planean recolectar 200 toneladas de desperdicio orgánico en los próximos seis meses, y así motivar a otros 25 000 restaurantes parisinos que hagan lo mismo.
El objetivo es implementar en 2016 una ley ambiental que motive a los restaurantes a reciclar los desperdicios orgánicos; de lo contrario, deberán pagar una sanción de alrededor de 75 000 euros. Con el fin de reducir las áreas de rellenos sanitarios, la actividad de incineración y los gases del efecto invernadero, Francia está esforzándose en convertir los deshechos en una poderosa bioenergía.
De acuerdo con Stephane Martinez, del bistrot Le Petit Choiseul, ha habido una respuesta positiva de los clientes, quienes consideran la práctica del reciclaje como un bonus para la buena referencia de cualquier restaurante. De hecho, en este singular bistrot, se ha empezado a reciclar cerca de cinco toneladas de desperdicio orgánico al año; donde los cocineros colocan las cascaras y los sobrantes en una bolsa de plástico, las cuales son recolectadas diariamente por camiones de combustible de biogás.
La meta a llegar es empezar una producción masiva de reciclaje; donde empresas que produzcan desde 120 toneladas desperdicio orgánico al año hasta 10 toneladas al año (cerca de 33 kilos per día). Esto no sólo incluye lugares como restaurantes y hoteles, sino también tiendas de supermercado, firmas agroalimentarias, cantinas, hospitales y otros tipos de empresas relacionadas con cocinar. De ese modo, para 2016, la regularización de esta práctica podrá derivarse en plantas de biogás con la capacidad de 40 000 toneladas al año.
El proceso se lleva a cabo en tanques gigantes, donde las bacterias convierten los desechos en fas metano; el cual se quema en una turbine, generando dos megavatios (una hora de energía eléctrica). Después de este proceso, el desperdicio se utiliza como composta y fertilizante para las granjas de la región.
Por el otro lado, países como Alemania, Austria, Dinamarca, Bélgica, EE.UU. y Países Bajos, ya han utilizado este tipo de sistemas con el fin de generar un impacto positivo en el medio ambiente. Este tipo de programas de reciclaje es una increíble oportunidad de regresarle a la tierra lo que nos está ofreciendo.