* Por: Irais Romero Escobar
Por motivos de interés político, se cometen actos en contra de los intereses comunes. Bajo este argumento, al inicio de la administración de Moreno Valle (2011-2017), y durante su rendición de protesta, se señala que el Tentzo será uno de sus proyectos más importantes en materia ambiental (Llaven, 2011). Por este motivo, Moreno presta atención a esta serranía que señala la entrada hacia la vasta Mixteca poblana, una región habitada por pueblos originarios asentados en pequeñas comunidades, las cuales mantienen una relación característica con la eminencia montañosa que distingue geográficamente su territorio (Fagetti, 2008).
En este contexto, el gobierno del estado de Puebla da resolución a la propuesta que emitió el gobernador en su toma de protesta, al declarar el área conocida por sus pobladores como Tentzo o Tentzon como territorio protegido y de reserva ecológica, quedando declarada como Área Natural Protegida (ANP) de jurisdicción estatal, en su modalidad de Reserva Estatal, la zona denominada “Sierra del Tentzo”, ubicada en 13 municipios del estado (Declaratoria ANP, 29 de abril del 2011). Esta declaratoria concerniente a esta ANP tiene la finalidad de generar acciones encaminadas hacia los ambientes que requieren ser conservados, preservados, restaurados o aprovechados en forma sustentable debido a su importancia biótica o abiótica, (LPANDSEP, 2002, art. 4).
El presente ensayo tiene la finalidad de aproximarnos a la situación actual por la que transita el ANP de la Sierra del Tentzo, mostrándonos primeramente algunas características que distinguen a esta ANP. En segundo lugar, se busca acercarnos a la percepción ideológica de las comunidades respecto de su territorio y, por último, conocer la importancia de la gobernanza ambiental en el desarrollo sustentable e integral de estas comunidades.
El ANP de la Sierra del Tentzo posee 58 mil hectáreas distribuida dentro de 13 municipios, que representan el 1.6% de la superficie del estado de Puebla. Por su ubicación geográfica, variación climática y diferencias de altitud, alberga un gran número de especies animales y vegetales, endémicas y de importancia económica para sus habitantes, con al menos 91 especies de plantas medicinales, 18 especies de mamíferos, 153 especies de aves y 21 de anfibios y reptiles. Está ANP muestra un variado ecosistema lleno de paisajes naturales únicos, complementado por diversas expresiones culturales de sus habitantes, muchos de ellos de origen indígena (INEGI, 2010). Esta mezcla nos muestra la gran riqueza cultural originada por toda esta biodiversidad que convive en un mismo espacio, lo que hace posible que las comunidades se provean habitualmente a través de su territorio inmediato de interacción, y obtengan los recursos imprescindibles que les permiten realizar sus actividades cotidianas. Los habitantes señalan que desde hace 70 años el área ha estado bajo resguardo de la asociación civil Tehuan Tekati Ikan Huehuetzin (en náhuatl “Estamos con el viejito”), originaria de la comunidad de Atoyatempan, sin el apoyo de las autoridades estatales (Llaven, 2011).
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En el caso de esta ANP, es lamentable el desempeño que ha tenido la administración pública del estado de Puebla, ligada a la gestión del territorio, en los rubros, ambiental y rural, donde se relega el bienestar social de las comunidades sólo por el hecho de no representar una centralidad o un atractivo de alto impacto económico. En consecuencia, es importante señalar cuál es la atención que se les debe procurar, pues son depositarias y pieza medular en el resguardo del legado biodiverso del estado (Merino, 2006), motivo por el cual deben ser ellos los primeros beneficiarios de este patrimonio natural que los rodea, bajo la premisa de que allí se manifiesta la existencia de una enigmática conexión entre lo natural y lo humano (Badillo, 2014).
Esta expresión ideológica consiste en que los pobladores poseen una cosmovisión en la que personifican a esta eminencia montañosa como un ser vivo de grandes barbas y conocido como “Tentzonhuehue”, “viejo barbado”, un anciano, o más bien un abuelo, apelativo con el que ahora se conoce a esta área, a la cual se le atribuyen un sinnúmero de mitos y leyendas contados por los pobladores, quienes sienten un gran respeto por el “viejo barbado”, pues les ofrece sus beneficios por ser sus hijos (“así lo mencionan ellos”). Quizá ello “sea metáfora del reclamo que hace hoy esta serranía para no seguir abandonada” (Fagetti, 2008).
El territorio ahora transformado en objeto de preservación confina las actividades de las comunidades a un espacio definido por “la ciencia académica biológica, manejada como verdad autocontenida y que no requirió considerar las percepciones o conocimientos distintos a ella, sin tener que rendir ningún tipo de cuentas fuera de su ámbito” (Merino, 2006), y sin que hubiese un consenso donde fuese tomada en cuenta su opinión sobre los planes a realizar. Por si fuera poco, no se vislumbraron los impactos relacionados con la declaración del territorio, ahora con vocación de preservación, y mucho menos el crecimiento natural de la población respecto a todos aquellos factores que suponen un desarrollo integral para garantizar la habitabilidad de las comunidades y sus pobladores. Así pues, nos preguntamos: ¿cuál es el papel que le toca desempeñar a los pobladores de la Sierra del Tentzo en este dilema entre conservación y desarrollo?, ¿cuáles son las obligaciones y beneficios conferidos para ellos ahora que su territorio ha sido declarado Área Natural Protegida?
Mediante asociaciones civiles como Tehuan Tekati Ikan Huehuetzin, donde los esquemas de conservación comunitaria son un buen elemento que vincula las acciones orientadas a la administración de las ANP con el desarrollo local, bajo estos modelos se pretende fortalecer la participación de las comunidades locales en la toma de decisiones y la gestión del territorio protegido, generando formas más legítimas y equitativas de conservación (Durand, 2014).
De la interrelación del área y sus comunidades, así como de las condiciones preexistentes, a partir del decreto el plan de manejo se convierte en una herramienta inadecuada e inoperante, dejando de lado el bienestar social y los instrumentos que les permitan crecer ordenada y armónicamente bajo un plan estratégico y fortalecido desde la “gobernanza”, pues estas comunidades rurales “requieren atravesar procesos de redignificación política y cultural y de construcción institucional, para convertirse en sujetos viables del resguardo de la diversidad biológica, a la vez que cumplir esta función alimente los procesos de resignificación” (Merino, 2006).
En conclusión, todos los esfuerzos enfocados en la protección del ambiente y recursos naturales, si se abordan desde un enfoque gubernamental, estarán siendo afectados por todos los costos de transacción que tiene el aparato burocrático: déficits de desempeño, falta de capacidades y corrupción, de tal forma que los recursos no alcanzan a bajar a las áreas requeridas para la protección del patrimonio a nivel local. Se necesita generar nuevos modelos de gobernanza que permitan un aprovechamiento sostenible de los recursos y que legitime las acciones por medio de la participación de la población, la transparencia y la rendición de cuentas.
Referencias:
Badillo, G. (2014). Relatos sobre el Tentzo y otros seres sobrenaturales de la tradición oral de la región centro-sur del estado de Puebla. Tesis, Colegio de San Luis A. C. Recuperado de: http://biblio.colsan.edu.mx/tesis/BadilloGamezGabrielaSamia.pdf.
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Durán, C. A. (2009). “Gobernanza en los Parques Nacionales Naturales colombianos”. Revista de Estudios Sociales, no. 32.
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Llaven, Y. (18 de marzo del 2011). “Edil de Atoyatempan pidió al gobierno se declare al Tentzon como zona protegida”. La Jornada de Oriente. Recuperado de: http://www.lajornadadeoriente.com.mx/2011/03/18/puebla/pue310.php.
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