¿Quién no ha sentido un alivio inexplicable al abrazar un árbol, caminar con los pies descalzos o recostarse sobre la tierra?
Es un hecho que la conexión humano-naturaleza se encuentra tanto en el nivel espiritual como en el plano tangible, y que forma parte del intercambio energético que caracteriza este mundo.
“Sólo se ve bien con el corazón. Lo esencial es invisible a los ojos”; esta frase podría hablarnos de campos energéticos o chakras, del aura o del lado romántico y el amor.
Pero esta enseñanza también responde a ese efecto mágico que provocan las plantas, por ejemplo, como lo descubrió Livio Vinardi, científico y profesor universitario que sistematizó una teoría sobre el intercambio energético entre el hombre y su entorno:
El cuerpo bioplásmico del hombre –o cuerpo sutil– realiza constantemente un intercambio con su medio, alimentándose de diversas fuentes energéticas que determinan la calidad de su propia energía.
Los árboles y plantas poseen la extraordinaria capacidad de servir como contenedores de excesos energéticos. Y lo mismo ocurre con las tormentas.
Después de la tormenta, siempre llega la calma (energética)
No es coincidencia que existan innumerables metáforas respecto al reto o alivio que se siente cuando se enfrenta una tormenta. A algunas civilizaciones, como la maya, las tormentas eléctricas y sus huracanes les servían como recordatorio de que los dioses estaban siempre encima de sus cabezas.
El rayo, elemento básico de la tormenta, simbólicamente es la acción de lo superior sobre lo inferior. Se relaciona además con la mirada del tercer ojo de Shiva, el destructor de las formas materiales.

Josephine Amalie Paysen
Pero, aterrizando la tormenta como fenómeno meteorológico, resulta que las partículas cargadas del aire, llamadas iones, pueden alterar nuestra psique mientras vuelan cerca de nosotros.
Y existen iones positivos (con efectos negativos) y negativos (con efectos positivos para el ánimo), de los cuales las tormentas, cascadas y caídas de agua (como en la regadera) están dotadas.
La explicación científica la estudia la biometeorología que se enfoca, entre otras cosas, en cómo las estaciones del año y el clima afectan anímicamente a los seres humanos.

John Fowler
“Lo que ocurre en las tormentas es que se rompe la composición de las moléculas de oxígeno y los iones positivos roban electrones para convertirse en iones negativos”, concluye Catherine Harmer de la Universidad de Oxford, que trabajó en un estudio sobre el impacto de los iones en la psique.
Y es que si al ingrediente científico le agregamos un toque psicológico sazonado con el simbolismo romántico e histórico que tiene una tormenta, resulta un momento subliminal y sanador (lo cual ha sido comprobado).
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Quedan estudios pendientes y teorías (hipótesis sobre la serotonina) para definir cuál es la cantidad ideal de iones negativos que se necesitan para elevar considerablemente el ánimo. Sin embargo, ya se asoma la correlación que existe entre este estremecedor fenómeno y el bienestar: ¿quieres reponerte? extiende tu baño a 30 minutos.
*Fotografía principal: Marko Korosec