Tras un siglo de investigaciones científicas, los físicos han logrado observar directamente las ondas gravitacionales que constituyen el espacio-tiempo en el universo. Es decir, los científicos se maravillaron a 1.3 mill millones de años luz con las ondas de dos agujeros negros extendiéndose como olas en un estanque cósmico.
Cuando estos dos agujeros negros, con 36 y 29 veces la masa del sol, chocaron al acercarse girando, emitieron unas ondas gravitacionales que impactaron en la Tierra el pasado 4 de septiembre. Esto no sólo provocó un cambio mesurable en la distancia entre cuatro juegos de espejos, dos en Luisiana y dos en el estado de Washington, en EE.UU; también la fusión de ambos agujeros negros, la cual liberó 50 veces más energía que todas las estrellas de la galaxia combinadas.
En palabras de David Reitze, esta es la primera vez que el universo habla a través de ondas gravitacionales. Mientras que los científicos del Observatorio de Interferometría Laser de Ondas Gravitacionales –LIGO– explicaron que la señal que se recibió en la Tierra puntualizó la muerte y unificación de ambos agujeros negros.

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Además de observar al Universo, ahora también hay pruebas científicas que remiten a sentirlo en su totalidad. A pesar que este hecho fue predicho por Einstein en 1916, cuando explicó que las ondas gravitacionales eran elementos suficientemente energéticos y violentos para ocasionar que se expanda o contraiga la trama espacio-tiempo.
Esto significa que conforme esas ondas recorren la Tierra, hay un efecto difícil de medir. Pues puede variar en la distancia entre dos personas sentadas a un metro de distancia y pasar a 21 metros de distancia; es decir, un millonésimo del diámetro de un protón –partícula que constituye el núcleo del átomo–.
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