En el Valle de la Muerte de California hay un lago seco en el que ocurre un misterioso fenómeno: una serie de grande piedras que dejan huellas en zig-zag de cientos de metros de manera un tanto inexplicable. Es como si estas piedras se movieran cuando nadie las ve para jugarle una broma a los seres humanos –y nadie las ha visto nunca moverse, pese a tener una enorme cola que traza un sendero fantasmagórico.
Conocidas como las Piedras Deslizantes de Racetrack Playa, numerosos científicos han investigado este fenómeno sin lograr descifrarlo completamente. Estas piedras viajeras se mueven a lo largo del suelo liso del valle sin intervención humana o animal en ocasiones viajando claramente en paralelo con otra piedra como si fueran queridas compañeras. Investigaciones no han logrado encontrar patrones que determinen como funciona el movimiento de las piedras deslizantes. Como demuestra el caso de la piedra “Karen” que, con sus más de 300 kilos de peso, no se movió por 7 años y había desaparecido un año después cuando los investigadores regresaron (luego Karen fue identificada a más de medio kilómetro de donde se había localizado cuando se realizó el estudio).
Entre las teorías que se manejan, menos poéticas que lo que evoca en primera instancia el fenómeno, la más aceptada es versión de que las piedras sólo se mueven en invierno, cuando las capas de hielo que se forman debajo de las piedras podrían ayudar a que el viento las desplace. En inviernos más fríos las piedras se mueven más distancia Sin embargo, este desplazamiento no ha podido explicarse cabalmente y sin habiendo dudas sobre cómo ocurre bien a bien. Esta vacío cognitivo a hecho que algunas personas invoquen un extraño fenómeno magnético o cosas aún más extrañas. Por lo pronto lo único claro es que, dentro del imponente paisaje del Valle de la Muerte, las piedras deslizantes son otra de las múltiples manifestaciones de la naturaleza que alía a la belleza con el misterio.