El universo, el planeta Tierra y todo lo que existe dentro de él, se convierte en un mágico espectáculo de la improvisación natural. De muchas formas la naturaleza nos demuestra que es fuerte y resiliente, pero sobre todo, divinamente perfecta.
La naturaleza (de la vida) demuestra, en cada espacio que volteamos a ver, una idílica sincronía con cada organismo que la compone. Si le ponemos atención a nuestro alrededor, una serie infinita de patrones y proporciones se despliegan en armonía. Aquélla se hace llamar proporción áurea, o el número de oro.
La espiral dorada de la proporción áurea se desarrolla de manera natural. Estas mismas espirales se han encontrado en cientos (si no es que miles) de elementos en toda la naturaleza. Desde las olas del mar hasta las plantas, los animales, las montañas, e inclusive en la anatomía de nuestra galaxia. Las galaxias reconocen en su formación una mágica estructura similar a la de la espiral dorada, dejando abierta la posibilidad de que incluso las estrellas más lejanas estén conectadas directamente a la formación de los elementos en la Tierra.
Esta perfección equilibrada está al alcance todos. El juego de las imágenes y figuras naturales destila una geometría sagrada. La estética performativa de la naturaleza y sus cientos de integrantes se convierten en una clave fundamental para el equilibrio de lo que nos rodea, sin importar su tamaño.
Disfrutemos del movimiento de la naturaleza en sus distintos escenarios. Estos son algunos bellos ejemplos en la naturaleza de la proporción áurea y su poética espiral dorada.
La espiral dorada de la naturaleza
Zamada
Mikhail Melnikov
PhotoSky
