Una serie de cinco islas artificiales emergen para recuperar la biodiversidad de los Países Bajos, que ha estado experimentando una baja en aves y peces. El objetivo de los islotes es recuperar la salud del ecosistema del lago Markermeer, que se ha visto comprometida en los últimos años.
Los Países Bajos han estado experimentando de primera mano las consecuencias del cambio climático. Es un país que se encuentra a nivel de mar y con el aumento en los niveles de este, corre el riesgo de quedar cubierto de agua. Según los informes de la Agencia de Evaluación Ambiental de los Países Bajos, el suelo se hundirá más de 50 centímetros en las próximas cinco décadas.
Los cambios en la tierra del país están afectando a todos por igual. Lo que en algún momento fuera un paraíso ecológico lleno de aves migratorias y cientos de variedades de peces, ahora parece una masa turbia sin vida. El lago Markermeer, uno de los lagos más grandes de toda Europa, está en grave peligro de perder por completo su biodiversidad. Con una extensión de 700 kilómetros cuadrados al norte del país, el lago se encarga de regular el nivel de las mareas en el resto de la nación.
Intervención ecológica
Por ello, la ONG Natuurmonumenten vio la necesidad de intervenir para preservar la naturaleza y la biodiversidad del lugar. Construyeron una serie de cinco islas artificiales, creadas para conservar gansos silvestres, golondrinas, garzas y decenas de variedades de especies de peces. El ambicioso proyecto tuvo un costo de 60 millones de euros obtenidos mediante donaciones privadas. Y además fue posible gracias a la asociación entre la ONG, el Ministerio de Infraestructura y Gestión del Agua, el Ministerio de Agricultura, asociaciones de pescadores y de protección del medio ambiente.

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El archipiélago contiene un total de cinco islas, que se construyeron en un lapso de dos años y medio. El éxito es sumamente visible, ya que han servido como lugar de descanso para miles de golondrinas y otras aves que se pueden avistar en el lugar. El propio guardabosques del lugar, André Donker, observa día a día los primeros brotes de una biodiversidad naciente. El lago está recuperando su salud gracias al gran esfuerzo de distintas organizaciones y la cooperación en equipo.
Islas emergentes en pro de las especies
Por supuesto que este no es el primer archipiélago construido artificialmente, pero sí es el primero que vela por el ecosistema de los Países Bajos y además que tiene como base de construcción el limo. Este último es una formación sedimentaria que parece entre arcilla y arena.
“Construir una isla con arena no es tan difícil, se hace en todo el mundo. Lo que es único aquí es que usamos limo”, dice Jeroen van der Klooster, gerente de proyectos de Boskalis, el proveedor de servicios marinos que diseñó el archipiélago.

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La isla principal tiene una extensión de 1.2 kilómetros. Permite que el cieno, forme áreas pantanosas, suelos fértiles y la correcta acumulación de alimentos para las aves migratorias. También es el hogar de tres observatorios de aves, en esta isla que está abierta al público y donde vive André Donke, el cuidador del ecosistema emergente. El resto de islas están reservadas exclusivamente para la naturaleza, en ellas las aves descansan de sus largos viajes migratorios.
Las islas artificiales de los Países Bajos, demuestran que es posible tomar acciones contundentes para preservar el planeta. Siempre y cuando la humanidad esté dispuesta a cooperar para lograrlo. En esta ocasión, el éxito puede traducirse en áreas verdes que le regresaron la vida al lago, sin duda un ejemplo a seguir.