La noche del 31 de mayo, el activista costarricense Jairo Mora, conducía en la costa de Costa Rica, cerca de Limón, junto con un pequeño grupo de voluntarios para liberar tortugas. Mora detuvo el vehículo y salió de éste para quitar una rama en el camino y en ese momento fue secuestrado junto con los voluntarios. Al día siguiente fue encontrado el cadáver de Mora.
Las cuatro mujeres que iban con Mora (tres estadounidenses y una española), pudieron escapar de los secuestradores y llegaron a un pueblo en donde alertaron a las autoridades. Pese a la recompensa ofrecida por información del asesinato de Mora, nadie ha colaborado con la policía.
La noche del asesinato, Mora y las voluntarias iban camino hacia playa Moín, famosa por ser un lugar de desove de la tortuga de caparazón negro, especie en peligro de extinción. Según Didiher Chacón, director costarricense de WIDECAST, la organización internacional dedicada a proteger tortugas marinas, la playa Moín es uno de los lugares cruciales para la conservación de las tortugas.
Se cree que el asesinato de Mora está relacionado a una entrevista que hizo el periódico La Nación a él y a otros activistas, en abril. Mora dijo al periódico que los traficantes utilizaban la playa Moín como base y pidió que incrementaran la seguridad en dicho lugar. También expuso que había vínculos entre el narcotráfico y la caza furtiva.
El incremento de la violencia en Costa Rica se debe a lo que el presidente de Colombia denomina “efecto globo”, en el que las operaciones del narcotráfico se extienden a áreas con estructuras más débiles, como Costa Rica, Honduras y otros lugares de Centroamérica, como resultado de la militarización en lugares como México y Colombia.
El Profesor Steve Dutch de la Universidad de Wisconsin-Green Bay, en un análisis histórico de el efecto militar en el medio ambiente, afirma que muchas operaciones militares pueden afectar el ambiente, por ejemplo la construcción de caminos, excavación de canales, deforestación, y las guerras químicas. En el caso particular de las drogas, un ejemplo obvio es el herbicida utilizado para matar los plantíos de drogas, ya que contamina el agua y afecta a la vida salvaje.
Pero los militares no son los únicos que causan daño al ambiente, también los químicos empleados en la síntesis de metanfetaminas contaminan el aire y el agua; además varios bosques han sido talados para hacer campos de cultivo de marihuana y coca.
El asesinato de Mora ha puesto las miradas sobre el activismo ecológico en Costa Rica. WIDECAST envió una carta al gobierno con cuatro peticiones: 1) Un fondo memorial para dedicado a Mora. 2) Declarar Moína reserva ecológica. 3) Un código de conducta para las playas donde desovan las tortugas. 4) Cambios en la legislación de Costa Rica para dar al gobierno recursos para ayudar a los activistas a proteger a las tortugas, así como castigos más fuertes para los cazadores furtivos.
En respuesta, el gobierno costarricense anunció la semana pasada que destinará 40 mil dólares a la construcción de un memorial para Mora y también accedió a hacer de Moína un área protegida. Sin embargo, muchos activistas se sienten insatisfechos con la respuesta.
[Alternet]