Guatemala es un país rico en flora y fauna y cultura: fue hogar de la civilización Maya, hoy la Reserva de la biosfera maya encierra tierras protegidas por la UNESCO y de una biodiversidad enorme. Pero los jaguares, pumas, monos, aves y millones de árboles están amenazados por los carteles de narcotráfico.
La Reserva de la biosfera maya ocupa el 19% de Guatemala y el 60% del área protegida del país. Se ha dividido en dos regiones. La parte oeste, contiene 2 de los 5 parques nacionales, es frontera con México y está sitiada. La región este es hogar de Tikal, es frontera con Belice y es exuberante e intacta.
Hace una década se intensificó la actividad criminal y aceleró la destrucción del lado oeste de la reserva. Una razón de peso fue la localización: Guatemala es un lugar estratégico para recargar gasolina a los aviones que viajan de Sudamérica y que transportan narcóticos. Los rancheros construyeron docenas de pistas, incluyendo una que se le conoce como “aeropuerto internacional” y que costó 400 km2 de selva.
Otros operativos vienen incluso desde China. Los carteles talan ilegalmente al sur de la reserva y se teme que en poco tiempo comiencen a cortar dentro de la reserva y a cazar jaguares para llenar la demanda de un mercado chino que ya está orillando a los grandes felinos a su extinción.
Por suerte, se está intentando combatir la pérdida de las reservas: ha crecido la conciencia social, hay programas de educación ambiental en las escuelas, se han implementado programas por parte de la CONAP (Consejo Nacional de Áreas Protegidas).
La CONAP estableció varias bases para patrullar la reserva, pero más importante, ha hecho un pacto con los agricultores locales: les provee de soporte financiero y técnico si restringen su tala y caza, si cambian a otros métodos de cultivo que no sea “tala y quema” y si reportan cualquier actividad criminal. El problema es que el presupuesto de la CONAP es bajo y las ofertas, o amenazas, de los carteles son más fuertes.
[Guardian]