Todo Sobre El Cempasúchil, La Flor De Día De Muertos Que Esconde Una Historia De Amor

Todo sobre el cempasúchil, la flor de día de muertos que esconde una historia de amor

La flor de cempasúchil es el corazón mismo de la tradicional celebración de Día de Muertos y detrás de ella se esconde una leyenda de amor.

La muerte se conmemora en el mundo de distintas maneras, pero quizá una de las tradiciones más emblemáticas sea la del Día de Muertos celebrada principalmente en México y otros países latinoamericanos como Guatemala, Bolivia y Ecuador. Aunque difiere dependiendo de la región. En México, a manera de honrar a los difuntos, las casas se llenan con ofrendas decoradas con alimentos, papel picado de vibrantes colores, veladoras y dulces típicos. Pero el corazón del Día de Muertos es la flor de cempasúchil, una flor de color naranja intenso que guía a nuestros ancestros. Detrás de esta bella flor hay toda una tradición de cultivo y representa las raíces de las culturas mexica y maya.

¿Cuál es el origen de la flor de Cempasúchil?

De nombre científico Tagetes erecta, también conocida como ‘flor de muerto’, proviene de la familia de las Asteraceae. Se le encuentra de manera silvestre en México de donde es nativa y se distribuye principalmente en los estados de Morelos, Puebla, San Luis Potosí, Sinaloa, Tlaxcala, Oaxaca, Jalisco, Veracruz, Hidalgo, Quintana Roo, Campeche y Yucatán. Aunque en estos tres últimos estados se le conoce bajo el nombre maya de x’pujuk, ya que también formó parte importante de la cultura maya. En total existen 58 especies de flor de cempasúchil, 35 de las cuales habitan de manera endémica en el territorio mexicano.

Todo sobre el cempasúchil, la flor de día de muertos que esconde una historia de amor

Su nombre proviene del náhuatl cempohualxochitl que significa ‘veinte flores’. Esto es porque al observarla se pueden observar sus pétalos enroscarse cuidadosamente alrededor de toda la flor, que le produce una apariencia más de un ramillete de varias flores, que de un solo ejemplar. De ahí que los antiguos mexicas le dieran el nombre de ‘veinte flores’ en náhuatl.

En México su cultivo es toda una tradición, anualmente se cultivan millones de ejemplares de flor de cempasúchil, para la celebración del Día de Muertos. Estas se colocan en las coloridas ofrendas para rendirle tributo a aquellos que se adelantaron y a su vez, como una guía que orientará a los ancestros en su camino para visitar el mundo de los vivos. Pero también se le usa con fines medicinales, pues tiene grandes beneficios para la salud.

La leyenda de la flor de cempasúchil

Cuenta la leyenda que hace muchos años, en los tiempos en que la cultura mexica reinaba Tenochtitlán, existieron dos niños que crecieron juntos. La niña se llamaba Xóchitl y el niño Huitzilin. Ambos compartieron sus vidas desde que eran pequeños, casi desde su nacimiento, así que una fuerte amistad creció dentro de ellos que luego se convirtió en un tierno amor juvenil. Tanto era el amor que existía en ellos que un día decidieron subir a lo alto de la colina, en donde el sol deslumbraba con su brillo fulgurante, pues se sabía que allí moraba Tonatiuh, el Dios del Sol.

Subieron los sinuosos caminos de la colina en búsqueda de Tonatiuh, para que aprobara y cuidara de su amor. El Dios del Sol reconoció el amor verdadero y de inmediato aprobó aquella unión. Sin embargo, un día Huitzilin fue llamado en combate para defender a su pueblo de la guerra y tuvo que separarse de su amada.

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Karla Betancourt.

Después de algún tiempo, Xóchitl supo que su amado había perecido en el campo de batalla. Y su dolor fue tan grande, que rogó con todas sus fuerzas al Dios del Sol que le permitiera unirse a su amado en la eternidad. Tonatiuh observó el gran pesar de la joven y al saber que se trataba de amor verdadero, decidió convertir a Xóchitl en una hermosa flor. Lanzó un rayo dorado hacia la tierra y de ella emergió una deslumbrante flor naranja en forma de un tierno botón. Pero Xóchitl ahora convertida en flor, permaneció cerrada hasta que un buen día un colibrí atraído por su embelesador aroma se posó sobre ella.

De inmediato la flor abrió sus pétalos, mostrando su deslumbrante color, radiante como el sol mismo. Era la flor de cempasúchil que había reconocido a su amado Huitzilin, el cual había tomado la forma de colibrí para poder visitarla. Así, la leyenda dice que mientras exista la flor de cempasúchil y los colibríes sobrevuelen los campos, el amor de Huitzilin y Xóchitl perdurará por siempre.

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