“El silencio es un recurso, y podría etiquetarse y distribuirse como el agua limpia o los hongos salvajes”, dijo la consultora Future Brand en el Country Brand Report, y agregó: “en el futuro, la gente va a tener que estar preparada para pagar por experimentar silencio”.
A raíz de que Finlandia ha organizado un consejo de especialistas y emprendedores para convertirse en un destino turístico de vanguardia, se han suscitado importantes descubrimientos en torno al silencio.
En el 2010, durante una mañana fría, 100 expertos en marketing se reunieron en el restaurante Sea Horse en Helsinki. La meta de la junta era encontrar cómo volver a este país un destino interesante para el turismo. Durante la conversación, descubrieron que Finlandia es el país más silencioso. Decidieron convertir esta característica en un atractivo.
No es una ocurrencia sacada de debajo de la manga que los finlandeses hayan hecho del silencio un eslogan, al grado de que diversos productos han capitalizado esta idea, como una marca de relojes que usa esta frase: “Handmade in finnish silence” (“Hecho a mano en el silencio de Finlandia”).
Se trata de una controversial campaña de marketing de algo que no puedes pesar, grabar, exportar; no lo puedes almacenar, comer o lanzar. El silencio finlandés levantó preguntas sobre los efectos tangibles de este recurso.

Foto: Sanja Marusic
Un lapso de silencio puede calmarnos, sintonizar nuestra conexión interior y hacernos escuchar nuestros pensamientos más recónditos.
Como puedes imaginar, sus descubrimientos empezaron en el ruido. Actualmente existen cabinas de silencio, costosos audífonos aislantes, tapones de oído, porque el ruido se ha vuelto uno de los peores y más persistentes contaminantes de la vida urbana.

Fotografía: Sanja Marusic
Desde el siglo XX, los epidemiólogos han descubierto que los decibeles de ruido elevan la presión sanguínea, especialmente en personas que viven cerca de autopistas o aeropuertos; el ruido puede alterar el horario de sueño, provocar tinnitus y afecciones cardíacas.
Diversos estudios en psicología explican cómo algo “invisible” tiene un pronunciado efecto físico. Las ondas de sonido reverberan en los huesos del oído y se transmite por la cóclea; la cóclea convierte esto en vibraciones eléctricas que son recibidas por el cerebro; el cuerpo reacciona a esto de forma inmediata, incluso durante un período de sueño profundo.
Los neurólogos, por su parte, analizan cómo las señales eléctricas que llegan por el oído van directo a la amígdala y racimos de neuronas localizados en el lóbulo temporal del cerebro, asociado a la memoria y percepción de emociones. Esto libera hormonas de estrés, como el cortisol; por eso, la gente que vive en medio del ruido presenta niveles elevados de hormonas de estrés.
La Organización Mundial de la Salud detectó que en Europa alrededor de 340 millones de personas gastan cuantiosas sumas debido a padecimientos por el ruido, y que más o menos 3 mil enfermos del corazón se encuentran así debido al incremento de ruido.
A fin de cuentas, tal vez el silencio es tangible y tan frágil, delicado y valioso como la porcelana y el cristal. Porque el silencio se puede romper con el más leve de los ruidos. Es cada vez más algo raro porque cuando lo experimentas, tú y tu entorno cambian.
Entrar al silencio es entrar a tu cerebro, a tu mente, algo que se puede medir de forma científica y experimentar como algo poético.
*Fotografía principal: Sanja Marusic