La enorme influencia que ejerce el sol sobre nuestras vidas es fácil de percibir. Sólo es necesario abrir los ojos o tocar un cuerpo para sentir, directa o indirectamente, su influencia. Pero, ¿puede el sol sentir a la Tierra? ¿Puede sentirnos a nosotros?
La artista Olga Panades, convencida de que en toda relación existe una bidireccionalidad —“cuando un cuerpo afecta a otro existen consecuencias en ambas direcciones, aunque éstas sean asimétricas”—, se dio a la tarea de averiguar hasta qué punto nuestro planeta afecta al sol. Para hacer esto, le preguntó a 50 reconocidos astrofísicos sobre una hipotética sensibilidad solar. Aquí algunas de las respuestas:
Steven J. Shwartz, profesor de física espacial del Imperial College de Londres
El sol siente a la Tierra a través de un ligero “jalón” gravitacional, esto significa que el sol no se mantiene quieto ni gira exactamente en su centro (pero el efecto de Júpiter es mayor). Si pudieras alzar la mirada desde el sol, podrías ver la Tierra brillando con luz solar reflejada. Pero creo que, respondiendo a tu pregunta, depende de si crees que “ver” es “sentir”. Finalmente, aunque hay un gas ionizado que fluye del sol a la Tierra, la Tierra no puede comunicar su presencia vía ondas de sonido a través del viento porque es supersónico. Así que cualquier “grito” que haga la Tierra es arrastrado al fondo del Sistema Solar.
Mitchel Berger, profesor de física de la Universidad de Exeter
El sol no está precisamente en el centro del Sistema Solar: orbita el centro como los planetas. Ya que el sol es extremadamente masivo en comparación con los planetas, su propio centro es muy cercano al centro del Sistema Solar. Así que el movimiento del sol es afectado por la atracción gravitacional de los planetas. Júpiter ejerce la mayor atracción, pero la Tierra (y tú y yo) también ejerce atracción. El sol es fluido, por lo que tendrá pequeñas mareas causadas por la atracción gravitacional de la Tierra. Y si astrónomos extraterrestres están observando el sol y su estrella es parte de una constelación zodiacal (cerca del plano elíptico de la órbita de la Tierra), estarán observando el tránsito de la Tierra a través del sol. La Tierra bloqueará un poco de la luz del sol, y esto puede ser observado. La atmósfera de la Tierra absorberá algunas longitudes de onda de luz, y esto también puede observarse. Hay astrónomos haciendo esto actualmente, buscando planetas extraterrestres.
Larry Esposito, profesor de astrofísica de la Universidad de Colorado
Por la tercera ley de Newton, la atracción gravitacional de la Tierra al sol es idéntica a la atracción gravitacional del sol a la Tierra. Debido a esto el sol ejecuta un pequeño círculo cada año, un millón de veces más pequeño que la órbita de la Tierra. Esto sería visible a astrónomos de planetas distantes con telescopios suficientemente potentes. La luz solar me calienta y eleva mi estado de ánimo. La radiación de la Tierra resulta en un infinitesimal empujón en el sol, demasiado pequeño para observarse.
Daniel Brown, catedrático de física y matemáticas de la Universidad de Central Lancaster
Una analogía podría ser: supón que estás empujando una carreta llena de tierra por tu jardín, oculto en la tierra hay un gusano. ¿Sientes el gusano? Técnicamente uno podría trazar un modelo sobre cómo se sentiría el gusano, pero sería insignificante comparado con el resto de la tierra. Esto sería un sentimiento mucho mayor comparado con cómo el sol nos siente.
Alternativamente a estas explicaciones científicas sobre los efectos que ejerce el sol sobre la Tierra podríamos considerar, en la frontera entre la ciencia y la espiritualidad, la teoría de Gaia de James Lovelock, en donde la Tierra es un ser complejo que se organiza a sí mismo y que puede considerarse como un ente vivo. Igualmente, lo expuesto por Rupert Sheldrake, biólogo de la Universidad de Cambridge, que en su libro La física de los ángeles explora la posibilidad de que los planetas y las estrellas sean entidades autoconscientes. Si esto es así y los cuerpos celestes de alguna manera integran una conciencia unitaria, es plausible pensar que son capaces de procesar estímulos sensoriales y, posiblemente, comunicarlos. Tal vez, entonces —y aunque evidentemente esta idea nos aleja de la ciencia establecida—, la Tierra es para el sol mucho más que una sorda e inane luz en la distancia sideral.