Las acciones hacen verdaderos valientes, y los valientes de hoy en día son, sin duda, los transgresores de esquemas que comienzan a dejar de ser funcionales para las buenas causas. El hecho de que Costa Rica se haya vuelto un territorio que funciona a base de energías limpias lo convierte en un transgresor del paradigma económico actual, es decir, las energías no renovables.
Para Costa Rica, una sociedad funcionando a base de la energía que proviene de la naturaleza es posible. Acorde un informe de 2017, el país presume que el 99,62% de su producción eléctrica proviene de fuentes renovables.Este notable triunfo, no menos valioso por tratarse de un territorio pequeño, ha alcanzado otras métricas insospechadas en los cinco rubros de energías limpias que aprovechan. Tan sólo en ese año, logró obtener 78.26% de la electricidad del agua, 10.29% del viento, 10.23% de la geotermia y 0.84% de la biomasa y el sol.
Esto había sido logrado ya en 2015, pero sorprende que este acuerdo pactado para 2021 se mantenga firme y Costa Rica esté a unos cuantos pasos de lograr el 100% en materia de energía eléctrica.
Si bien Costa Rica ha reconocido que este trabajo está siendo realizable gracias al clima de la región, no se descarta que sea el mismo factor lo que permita que la situación cambie radicalmente. El cambio climático podría desvirtuar las bondades que las lluvias le brindan al territorio y, por ende, terminar con un valioso proyecto de sustentabilidad. Es cierto que la renuncia de Estados Unidos al Acuerdo de París sobre cambio climático alarmó a muchos, pero no detuvo el compromiso de otros países con el planeta. Y en este sentido, valdría le pena considerar que el desafío se mantiene latente para todos los que no desistimos de una causa loable mayor: el diseño de sociedades que reconecten con la naturaleza desde un plano sensato, orgánico y contemporáneo.
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* Fotografía principal: Arturo Sotillo – Flickr/Creative Commons