Usualmente, para cultivar alimentos en climas fríos y extender las temporadas de crecimiento se necesita algún tipo de invernadero. El problema es que los invernaderos –como los de cristal– requieren una gran inversión, tanto para construirlos como para mantener los cultivos durante el invierno.
Una alternativa mucho más accesible y efectiva es el walipini (una palabra indígena aymara que significa “un lugar cálido”), y que es básicamente un invernadero subterráneo.
Desarrollado por primera vez hace veinte años para las regiones montañosas frías de Sudamérica, este método permite que los agricultores mantengan un jardín productivo todo el año, incluso en los climas más fríos.
Aquí puedes ver un video (en inglés) de un walipini que incluso incorpora un poco de espacio interior para gallinas y cabras. Lo increíble del walipini es que combina los principios de calentamiento solar pasivo con una estructura protegida por la tierra. La manera de hacerlo es muy simple:
El walipini, en términos simples, es un hoyo rectangular en la tierra con dos o tres metros de profundidad, cubierto de una manta de plástico ultravioleta. El área más larga del rectángulo da al sol de invierno (al Norte en el hemisferio sur y al Sur en el hemisferio norte).
Una pared gruesa de tierra presionada en la parte de atrás de la estructura y una pared mucho más chica al frente proporcionan el ángulo correcto para el techo de plástico. Este techo sella el hoyo, proporciona un espacio de aire aislado dentro de las dos capas del plástico y permite que los rayos del sol penetren, creando un ambiente cálido y estable para el crecimiento de plantas.
Si quieres construir tu propio walipini, aquí te dejamos una práctica guía cortesía de la FAO. De acuerdo con el Instituto Benson, el costo de uno de estos invernaderos subterráneos es de $250 y hasta $300 dólares, así que ¡no hay excusa!