En México, especialmente durante la última década, ha estado formándose un movimiento importante de ciclistas. Lo anterior ha resultado en que en grandes ciudades como Guadalajara o el DF ya hayan sido instalados, por primera vez, sistemas de bicicletas públicas (cabe apuntar, gracias a la exigencia ciudadana).
Las personas van descubriendo no sólo beneficios para la salud y el estado emocional como resultado de usar la bici; también, lo idílico que resulta este medio de transporte para llegar más rápido y sin estrés a los lugares que se necesita. Entre este descubrimiento social han emergido en cientos de ciudades, pequeñas y grandes, colectivos que impulsan acciones para promover el uso de las bicicletas en sus respectivos lugares, que van desde la promoción de una cultura de la bicicleta hasta la exigencia a las autoridades para el desarrollo de infraestructura vial pro bici.
De entre estas iniciativas quizá la de mayor alcance, justo porque agrupa en un mismo organismo a numerosos colectivos pro bicicleta, es la Red Nacional de Ciclismo Urbano (BICIRED). Aquí se coordinan acciones para generar cambios en pro del uso de la bicicleta y también se crea una cohesión de información sobre esta cultura, a su vez generada por cada una de las organizaciones.
En la página de esta organización encontrarás campañas, conferencias, congresos, campamentos, artículos y pronunciamientos. Se trata de una iniciativa para hacer crecer el movimiento de la bicicleta; además, su vinculación hace que se potencien otras iniciativas similares en objetivos.
Como ejemplo, una de las campañas más significativas de los últimos meses fue la de “Hazla de Tos”,donde ciclistas de 30 ciudades mexicanas hicieron simultáneamente actos para exigir una mejor calidad del aire y la promoción del uso de la bicicleta. Si estás interesado en unirte a un colectivo pro bici o ser parte de esta fusión de colectivos, puedes buscar mayor información aquí.
El uso de la bicicleta como un medio de activismo silencioso para con el medio ambiente y con uno mismo está creciendo, afortunadamente, aun en un país como México, donde el automóvil llegó a ser un equivocado símbolo de estatus.