El aumento de las emisiones de carbono no ha cesado ni un poco desde 1990. En 2018 el mundo alcanzó niveles récord en la concentración de los principales gases de efecto invernadero, los cuales atrapan el calor en la atmósfera, según informó la Organización Meteorológica Mundial.
Se registró un aumento de metano de 259%, de 123% para el óxido nitroso y de 147% para dióxido de carbono. En 2020, las cosas no son distintas: “las concentraciones de gases de efecto invernadero están en los niveles más altos desde hace 3 millones de años, cuando la temperatura de la Tierra era de hasta 3°C más alta y los niveles del mar unos 15 metros más altos”, apuntó el secretario general de la ONU, António Guterres.
Los gobiernos han hecho muy poco para redoblar los esfuerzos o siquiera aplicarlos. El dióxido de carbono ha excedido el nivel máximo de 400 ppm. La estimación más reciente de la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica de Estados Unidos indica que en febrero de 2019 el dióxido de carbono se encontraba en 411.75 ppm y para febrero de 2020 ya había aumentado a 414.11 ppm.

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¿Qué consecuencias tiene el aumento de los gases de efecto invernadero?
El CO2 es particularmente nocivo para el planeta, ya que en grandes cantidades este gas permanece en la atmósfera y en los océanos durante siglos calentando la superficie. El óxido nitroso proviene de las tierras de cultivo y aporta aproximadamente un 6% al aumento del calentamiento global.
En cuanto al metano, actividades humanas como la minería, la quema de biomasa, los vertederos y la cría de ganado son las principales fuentes de producción y en conjunto estas acciones son responsables del 17% de forzamiento radiativo, es decir, de producir mucha más energía de la que el planeta y la atmósfera pueden absorber.
La concentración de cada uno de estos gases ayuda a calentar la Tierra. Por esta razón, si los niveles de calor y energía aumentan mucho más de lo que el planeta está en posibilidades de utilizar, la temperatura de la superficie se irá incrementando más y más.
Un futuro colmado de calor
De acuerdo con un estudio realizado por la Universidad de Wageningen, en los Países Bajos se pronostica que entre 2,000 y 3,500 millones de personas vivirán en zonas extremadamente cálidas para 2070.
Si damos unos cuantos pasos atrás y observamos el aumento de la temperatura desde el siglo pasado hasta la actualidad, encontramos que la temperatura global de la superficie terrestre y oceánica se ha ido elevando considerablemente.

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No es difícil imaginar que para 2070 la temperatura será extrema, si tenemos como base que en 2019 se registró un aumento de 0.98°C conforme a la temperatura promedio de 1951 a 1980. Esta cifra lo colocó como el segundo año más cálido desde que las mediciones comenzaron en 1880.
En conclusión, los últimos 5 años han sido los más cálidos de los últimos 140 años. La temperatura global promedio de la superficie terrestre ha aumentado poco más de 1°C.
“Cruzamos la línea de más de 2 grados Fahrenheit de calentamiento en 2015 y es poco probable que la crucemos de vuelta. Esto muestra que lo que está sucediendo es persistente, no una casualidad debido a algún fenómeno climático: sabemos que la tendencia a largo plazo está siendo impulsada por los niveles crecientes de gases de efecto invernadero en la atmósfera”, indica Gavin Schmidt, director de GISS.
Acciones decisivas por una vida en la Tierra
El crecimiento de la población y la contaminación por carbono son factores que definirán el futuro de millones para 2070. Si las emisiones no se reducen considerablemente, el dióxido de carbono atrapará calor suficiente como para que en 50 años un tercio del planeta viva bajo temperaturas anuales promedio de entre 52 y 59°C.
A medida que el mundo se vuelva más concurrido, el calor irá en aumento. No sólo zonas como Arabia Saudita enfrentarán olas extremas de calor; África, Asia, América del Sur y Australia estarán bajo el mismo rango de temperatura que el desierto del Sahara.
Se puede o no cumplir este pronóstico, pero la realidad es que depende de las elecciones que la humanidad tome ahora mismo y en el próximo medio siglo. La solución no es encontrar otro hogar en el espacio porque, seamos honestos, no toda la población mundial tendrá acceso a un viaje fuera del planeta.
Hablemos claro: debemos tener un pensamiento global para resolver el problema. Aunque algunos países sean los que aportan más emisiones de carbono, todos los gobiernos deben estar involucrados. Despertemos nuestra ambición por hacer frente al cambio climático y marquemos un cambio para la vida en la Tierra.