La roya, un viejo enemigo de la producción cafetera en Centroamérica, continúa propagándose por los cafetales de Guatemala, Costa Rica, Honduras, Nicaragua y el sur de México. Se trata de una enfermedad producida por un hongo que ataca principalmente a las hojas del café, provocando que el fruto caiga antes de su maduración y afectando, en consecuencia, a su producción.
De acuerdo con el Presidente de la Asociación Nacional del Café de Guatemala (Anacafé), el hongo apareció por primera vez en Guatemala en 1982, debido al cambio climático que favoreció a la difusión de la plaga: “En los últimos tres años las condiciones climáticas han favorecido la propagación del hongo, debido a una combinación de altas temperaturas y lluvias: Humedad más calor, fatal combinación”.
En México, principal exportador cafetalero, ha sufrido un grave impacto socioeconómico de dimensiones aún sin calcular: la falta de atención al cultivo y los efectos del cambio climático vulnerabilizaron a la cosecha, generando un costo que la mayoría de los cafetaleros no pueden pagar con los precios determinados por el libre mercado. En otras palabras, para cubrir los costos de producción del café en Guerrero, se necesita vender el quintal en 265 dólares –cuando el precio actual en el mercado mundial es de 130–.
El mercado mexicano del café está en desventaja: los productores no cuentan con el apoyo del Estado para impulsar su desarrollo, y sólo el 18 por ciento de las plantaciones están en condiciones óptimas de producción, el 9 por ciento son plantas nuevas, y el 73 por ciento ya están viejas. En palabras de Armando García Olid, consultor externo del Consejo Estatal del Café –Cecafé–, “el resultado de ese abandono, de la falta de cultivo, porque ante los bajos precios de venta, los productores dejan de limpiar sus huertas, la fertilización y el combate a las plagas es parcial, y la renovación de los cafetos no se hace; en consecuencia hay una baja sostenida en la productividad de las hectáreas sembradas con café en Guerrero.”
De manera que a falta de medidas preventivas, contados organismos cafetaleros esperan actuar lo antes posible para reducir los efectos del daño. Si bien se espera que los gobiernos financien los agroquímicos preventivos y curativos que los productores necesitan, el cuidado tanto de los productores y los ciudadanos son indispensables también. Basta, en lo más mínimo, comprar productos locales que apoyen económicamente a los cafetales mexicanos.
[SurAcapulco]