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Con más de 60 000 kilómetros cuadrados de extensión, el Mar de Aral ahora apenas llega a cubrir un 10 por ciento de esa superficie. Se trata de un terrible desastre ecológico, resultado de la negligencia humana y los efectos devastadores del calentamiento global.
Con fotografías del instrumento MODIS, a bordo del satélite Terra de la NASA, el mundo es testigo de cómo el cuarto lago más grande del mundo se convirtió en un desierto tóxico hasta el punto de desaparición. Todo inició en la década de los 60, cuando el agua de los grandes ríos de la región Sy Darya y Amy Darya, fue desviada para poder rociar millones de acres dedicados a la producción de algodón y otros cultivos. Después, comunidades de la región que antes se dedicaban a la pesca y la agricultura, dejaron de ejercer la actividad por desempleo y problemas económicos; por lo que, a medida que el lago se secaba, las crisis se volvían aún más insorportables. El agua, cada vez más salada, se contaminó con fertilizantes y pesticidas que llegaban de los productos químicos agrícolas.
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