Las perlas son uno de los accesorios de joyería que se venden bajo el nombre de la elegancia y estatuto del poderío de adquisición. No obstante, la práctica del cultivo de perlas no es libre de crueldad animal y de hecho, hay mucha controversia alrededor de su uso.
Quizá puedan verse muy estilizadas en los accesorios como gargantillas, pulseras y aretes, pero la historia que hay detrás de tal elegancia esta llena de crueldad. Las perlas no son piedras preciosas que devienen de los procesos geológicos. En realidad, estas pequeñas piedras, provienen de un animal llamado ostra.
¿Cómo se forman las perlas?
Las perlas son piedras creadas por dos tipos de moluscos: ostras de agua salada y mejillones de agua dulce. Cuando un irritante, como un parásito, una roca pequeña o polvo de arena, se infiltran dentro de una ostra o mejillón, estos reaccionan en defensa. El estrés generado por la intrusión de un agente extraño en sus conchas, hace que estos moluscos secreten un líquido cristalino e iridiscente llamado nácar que está hecho a base de aragonito. Así, recubren con miles de capas de nácar al intruso hasta que se forman una perla.
Desde luego que es un proceso muy tardado que no se gesta de la noche a la mañana, sin decir que, durante todo este tiempo el animal sufre estrés. Una perla tarda entre dos y cuatro años en formarse dentro de las ostras, momento en el que los recolectores la extraen para luego venderlas. No obstante, como es un proceso sumamente tardado y que además no se da en todas las otras (sólo en 1 de cada 10 mil), los recolectores han ideado un proceso para obtener perlas de manera masiva; el cultivo de perlas. Que no es otra cosa más la explotación de estos moluscos de manera masiva y menos costosa que la recolección.
¿Cómo es el cultivo de perlas?
El cultivo de perlas implica abrir quirúrgicamente cada concha de ostra para insertar un irritante dentro de ellas. Según PETA las perlas de agua dulce se cultivan insertando el tejido del manto de otro mejillón. Mientras que en las ostras de agua salda, se introducen cuentas con tejido de ostra insertado. Los cultivadores estresan todavía más a estos pequeños animales acuáticos, cambiando constantemente la temperatura del agua, para generar mayor cantidad de nácar. Una vez que se extraen las perlas, un tercio de las ostras se ‘reciclan’ y son sometidas de nueva cuenta al proceso de introducción de agentes intrusos. Las demás, son asesinadas y descartadas.
Millones de vidas de moluscos se pierden, por la banal satisfacción de colgarse un accesorio de perlas en el cuerpo. Hoy en día es más sencillo encontrar vías alternativas libres de crueldad animal para lucir accesorios elegantes. Así que el uso de perlas no puede justificarse ya bajo el nombre de la elegancia, la decisión es tuya.