Capibaras Pasean Por Los Barrios Más Lujosos De Argentina (recordando Que El Mundo Es Compartido)

Capibaras pasean por los barrios más lujosos de Argentina (recordando que el mundo es compartido)

Una invasión de capibaras se apoderó de uno de los barrios más lujosos de Argentina, reclaman el territorio que les pertenece desde hace siglos.

Los habitantes de la lujosa localidad de Nordelta en Argentina, están enfrentando la llegada masiva de capibaras que reclaman el espacio que desde hace millones han recorrido. En los últimos años se ha hablado de los enfrentamientos entre animales y personas. Con cierta frecuencia sabemos que los límites están en constante lucha entre estas especies, pero la pregunta siempre es ¿qué podemos hacer?

Nordelta es una localidad al norte de Argentina, que pareciera ser el sueño de cualquier persona que busca un lugar tranquilo a la par de lujoso para vivir. Grandes campos de golf y costosos jardines caracterizan sus calles en Buenos Aires. No es de extrañarse que las familias más acaudaladas del país se localicen en esta región que promete ser un paraíso de complejo urbano.

Capibaras pasean por los barrios más lujosos de Argentina (recordando que el mundo es compartido)

Castillos sobre humedales

Pero, tal belleza no puede provenir de otro lado más que de la naturaleza misma. Nordelta fue construida en uno de los humedales del río Paraná, uno de los más septentrionales de Argentina. De hecho, después del Amazonas el Paraná es el caudal más importante de toda América Latina y como es de esperarse está lleno de biodiversidad, o lo estaba hasta antes de la construcción de Nordelta. Ahora se han agregado campos de golf, centros educativos de exclusividad y al menos 31 barrios nuevos en lo que va de los últimos 21 años. Los 16 kilómetros que comprende Nordelta ahora son muy distintos de lo que eran antes, la belleza sigue presente pero llena de asentamientos humanos.

Con tales antecedentes no resulta sorprendente que la naturaleza se manifieste y es que los capibaras son los representantes en esta causa. Al menos 400 capibaras llegaron a Nordelta, Argentina, causando un paisaje curioso en medio del complejo urbano. Se alimentan en los jardines más lujosos con flores exóticas importadas desde distintos puntos del mundo. Pastan tranquilamente, arruinando las extensiones verdes pensadas para el deleite visual de sus habitantes humanos. Por esta razón, los locatarios los han nombrado como plaga, pero, ¿Quién invadió a quién?

Capibaras pasean por los barrios más lujosos de Argentina (recordando que el mundo es compartido)

La rebelión de los capibaras

Los capibaras, que en Argentina son conocidos como ‘carpinchos’, son unos animales pertenecientes a la familia de los roedores. Tienen una apariencia física muy característica y parecida a los cuyos, salvo que su tamaño es exponencialmente más grande. Son muy apacibles y se distinguen por ser particularmente amigables con otros animales. Aunque pueden mostrar conductas territoriales cuando se sienten amenazados. Comportamientos que desde luego no gustan a los pobladores humanos.

Y aunque el poder adquisitivo es muy alto en esta región de Argentina, ni los agentes de bienes raíces más destacados han logrado detener el retorno de los capibaras. Aunque han presentado quejas e intentan detener a toda costa a los animales que aquejan a la localidad, los números de la población de capibaras van en aumento. Hoy en día hay 17% más capibaras de los que había en 2020, una cifra que deja claro que el terreno les pertenece a ellos desde mucho tiempo atrás de que Nordelta se construyera.

Pese a que los enardecidos vecinos tienen en sus manos las vidas de estos roedores, distintas organizaciones, como Greenpeace, alzan la voz para exigir leyes que protejan los humedales. Es así, como nuevamente, nos enfrentamos al gran recordatorio de que el planeta y sus territorios son sitios compartidos, son un bioma. Sabemos que uno de los caudales más importantes de América Latina debería gozar de riqueza natural, pero nuevamente se ejerce el poder de la “civilización” y volvemos a olvidar que la naturaleza es la máxima expresión de conexión en el planeta.

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