El presidente de extrema derecha de Brasil, Jair Bolsonaro, emitió la semana pasada un nuevo proyecto de ley que permitirá regular proyectos extractivos, incluyendo petróleo y presas hidroeléctricas, en territorio indígena del Amazonas. Esta ley será votada próximamente y aunque la propuesta incluye cláusulas para consultar a las comunidades indígenas, éstas no tendrán derecho de veto a los proyectos autorizados por el Congreso de Brasil.
La explotación económica del Amazonas, de los territorios resguardados por los más de 300 pueblos indígenas del Amazonas, fue una de las promesas de campaña más controvertidas de Bolsonaro.
Desde sus primeros días de gobierno, Bolsonaro ha tratado de cambiar activamente las leyes que protegen los territorios que históricamente los indígenas han habitado y protegido. Los esfuerzos de los pueblos organizados han tenido poco impacto en los cambios legislativos y los defensores han enfrentado persecuciones y desapariciones.
Amazonas en llamas: una fábrica de dinero
Por si eso no fuera suficiente, los incendios forestales en el Amazonas brasileño aumentaron un 30.5% en 2019 con respecto al año anterior. Aunque aún no alcanzan un máximo histórico, los ineficaces y vagos esfuerzos del gobierno de Bolsonaro por regular la deforestación y la quema ilegal han permitido que diversas mafias ganaderas se beneficien de los terrenos arrasados por las llamas.
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Se estima que existen cerca de 20 millones de cabezas de ganado en Brasil, y que cerca de 450,000 kilómetros cuadrados de selva se han convertido en terrenos de pastoreo en las últimas décadas. A pesar de que los pobladores del Amazonas sienten los efectos inmediatos del aumento en la temperatura debido a la deforestación y las quemas, ganaderos como Valdemar Gamba creen que Bolsonaro debería permitir que más zonas de la selva se abrieran para pastura:
Estoy perdiendo dinero porque no me dejan sacar más árboles. Hablan mucho sobre conservar el Amazonas, pero no veo a ningún productor ganar dinero de esta conservación.
En un futuro cercano, el gobierno de Bolsonaro planea permitir la agricultura comercial a gran escala dentro de los territorios indígenas. Las leyes actuales de protección ambiental no permiten este tipo de explotación. Pero pareciera que los devastadores incendios del año pasado fueron el pretexto perfecto para apresurar los violentos cambios legislativos sobre la mayor reserva forestal del planeta.