En términos reales pero también simbólicos, en un sentido literal pero también figurado, el agua es, indiscutiblemente, el recurso vital por excelencia, la fuente desde donde mana la vida y también el elemento que la preserva. “Las aguas, ese plural irreductible”, dice Roberto Calasso en su libro sobre mitología hindú Ka, en alusión a esa suerte de lecho primordial donde descansa el universo entero, sus potencias y sus habitantes, las fuerzas que dan vida al mundo.
Por esta razón, porque la importancia del agua en nuestra vida es insoslayable en varios sentidos, la ONU estableció un Día Mundial del Agua que en este 2013 se fijó el 22 de marzo. Una efeméride que además tiene un enfoque particular: el de la cooperación.
En efecto: el agua es quizá el elemento que mejor expresa la unión de todas las cosas en este mundo. Su naturaleza cíclica hace que, incluso en términos simbólicos, regrese a nosotros un poco en el mismo estado en que se fue la última vez que la tuvimos. Preservarla es preservarnos pero también preservar nuestro entorno o, en sentido opuesto, dañarla es también dañarnos a nosotros mismos. Explica la ONU:
La cooperación en la esfera del agua es crucial para la seguridad, la lucha contra la pobreza, la justicia social y la igualdad de género. La buena gestión y la cooperación entre los diferentes grupos de usuarios promueven el acceso al agua, la lucha contra su escasez y contribuyen a la reducción de la pobreza. La cooperación permite un uso más eficiente y sostenible de los recursos hídricos y se traduce en beneficios mutuos y mejores condiciones de vida.
Este énfasis en la cooperación se revela particularmente urgente cuando sabemos que, por ejemplo, en África niños y mujeres dedican más de 40 mil millones de horas anuales para recolectar el líquido, o que también cada año mueren más de 3 mil niños de menos de 5 años en el mundo por enfermedades relacionadas con la calidad del agua (diarrea en la mayoría de los casos).
Así, queda claro que esta fecha es una oportunidad excelente para tomar conciencia de que nuestros actos generan un impacto en nuestro entorno, mediata e inmediatamente, y, por lo mismo, vale la pena reflexionar sobre este mismo efecto: ¿queremos que sea positivo o negativo? ¿Benéfico o perjudicial? ¿Individualista o colectivo?
Por último, como cortesía del sitio Mamá Natural, compartimos estos sencillos consejos para cuidar el agua en nuestro hogar.
Toma duchas cortas (entre 5 y 10 minutos), cerrando la llave de la regadera cuando te enjabones.
Recoge con una cubeta el agua fría que sale antes de la caliente.
Al lavarte los dientes utiliza un vaso para engujarte la boca.
Si es posible, capta el agua de lluvia, misma que después puedes utilizar para regar tus plantas, la limpieza del hogar, etc.
Riega tus plantas por la noche.
Lava tu coche utilizando una cubeta de agua y una franela.
No desperdicies alimentos: tirarlos a la basura sin consumirlos significa desperdiciar también el agua que se utilizó para cultivarlos.
Si es posible, instala dispositivos ahorradores de agua en tu hogar: regaderas, tanques de WC ahorradores, etc.
En el caso del tanque del WC, también puedes poner al interior una botella de 1 litro llena de agua, para que así utilices menos en cada desagüe.
Repara las fugas de tu tubería lo más pronto posible.
No viertas sustancias tóxicas al drenaje público: colillas de cigarro, sustancias químicas tóxicas, aceite de cocina usado (para este utiliza botellas de plástico), etc.
Con información de The Huffington Post