En total son 2 606 especies de flora y fauna silvestres endémica de México que se encuentran bajo algún tipo de riesgo; es decir que se encuentran en peligro de extinción, amenazadas o sujetas a protección especial. Esto quiere decir que pese a la vasta biodiversidad de México, que representa una de cada diez especies conocidas en el planeta, ocupando el tercer lugar entre los de gran riqueza biológica, después de Indonesia y Brasil, está mermando cada vez más.
De acuerdo con la NOM 059 de la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales –Semarnat–, entre las principales especies en condición de riesgo se encuentran anfibios, hongos, invertebrados, mamíferos, peces, plantas y reptiles. De hecho, hasta la fecha, se contempla ya la extinción de especies tales como el oso gris, la foca monje, el lobo, caracara de Guadalupe, el carpintero imperior, así como varias especies desaparecidas de las que no se poseen registros, como la nutria marina, varias especies de charalitos y el pescado blanco de Cuitzeo.
Los datos precisos de la Semarnat indican que las primeras especies en riesgo son las plantas, con 987; continúan las aves, con 392; mamíferos, 291; peces, 214; y finalmente, anfibios, 194. Actualmente la mayoría de estas especies poseen medidas para su protección, sin embargo, las pérdidas han sido cada vez más recurrentes.
Un ejemplo de ello es el caso de la vaquita marina, especie de la cual sólo quedan 30 ejemplares: si bien desde 1990 se comenzaron las acciones para proteger a este mamífero acuático de la incesante amenaza en el alto golfo de California, los cazadores furtivos continuaron haciéndose camino a lo largo de tres décadas hasta el grado de casi extinguir a esta especie endémica de la región.
Un segundo ejemplo es el del jaguar, también conocido como pantera, manchado o león de montaña, el cual solía encontrarse desde el centro del territorio nacional hasta Yucatán, pasando por la frontera norte de Tamaulipas, el corredor del Golfo de México y el del Pacífico. Ahora, las poblaciones de esta especie se encuentran tan sólo en pequeñas zonas de Campeche, Chiapas y Quintana Roo, sitios en donde la destrucción de selvas, bosques y presas se ha limitado un poco más.
Por su lado, la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas –Conanp– explica que un tercer ejemplo es la mariposa monarca. Aunque la especie en sí misma no está en riesgo, su ruta migratoria sí –un trayecto de 4 000 km, que va desde Canadá hasta el estado de México y Michoacán–. Las principales amenazas para esta especie en América del Norte son la reducción del hábitat reproductivo en EE.UU., la disminución del algodoncillo –su alimento–, el uso de herbicidas y transgénicos, el cambio de uso de suelo, la deforestación, la degradación forestal por la tala ilegal en los sitios de hibernación en México y las condiciones climáticas extremas en Canadá, EE.UU. y México.
Y finalmente, un cuarto ejemplo, es la águila real que forma parte del listado de especies prioritarias para su conservación y, pese a ello, se encuentra en amenaza debido a una baja tasa de reproducción. Actualmente tan sólo un 75 por ciento de los ejemplares mueren jóvenes antes de alcanzar la madurez sexual. Esto se debe a la pérdida de hábitat, tráfico ilegal, electrocutamiento por cables de alta tensión y al envenenamiento con plaguicidas.
Esta situación en torno a la crisis en la biodiversidad de México pretende generar una toma de consciencia no sólo a las instituciones responsables, también a la población en general, con el fin de promover el cuidado al medio ambiente reduciendo la contaminación en las calles, consumiendo productos locales, reducir el uso del plástico –como bolsas, botellas, envases, popotes–, hacer uso de alternativas en medios de transportes, adoptar plantas e incluso instalar huertos urbanos en casa, evitar comprar animales de manera ilegal o legal, entre otras acciones. Pues el futuro de México y su biodiversidad puede verse altamente beneficiada con la atención de cada habitante del país.