El que no se adapta, se extingue. Todos los seres vivos tenemos la capacidad de adaptarnos a un medio desde hace millones de años, y la evolución es el mejor ejemplo de ello. Y ese proceso ha dado lugar a que surjan diferentes tipos de seres vivos.
En la naturaleza no existe la igualdad. No todas las similitudes son iguales, y un caso de evolución y diversidad es el lobo de Tasmania, una especie que surgió en Australia y nos vino a recordar que la naturaleza del universo es el intercambio constante de información; más que suma de partes, somos una combinación de interacciones y el resultado de herencias ancestrales.
Podemos ser equivalentes, pero no iguales; podemos ser semejantes, pero no idénticos. Y eso no necesariamente divide; eso enriquece, como un mosaico de diferentes colores que puede tener tonalidades parecidas, pero que jamás son absolutamente iguales.
El enigma del lobo de Tasmania
Hasta principios del siglo XX, Tasmania era el hogar de una criatura muy extraña parecida a un lobo. Excepto que no era un lobo. Aunque parecía un lobo. ¿Cómo ocurrió eso?
El tigre de Tasmania o tilacino era un marsupial ‒como se denomina a los mamíferos que tienen una bolsa o marsupio‒, familiar de los canguros y koalas y cuya apariencia era similar a la de los lobos.
[related]El tilacino era descrito como un perro alargado con rayas, debido a que tenía la cola larga y rígida y la cabeza grande. Se extinguió en 1936.
Fue el resultado de la evolución convergente o análoga, ya que aunque parecía haber surgido a partir de la familia de los lobos (de la que descendieron los caninos), en realidad pertenecía a la de los marsupiales, y logró sobrevivir (y evolucionar) a partir de su adaptación al entorno en el que se encontraba. Así lo afirman los investigadores:
Parece que, a lo largo de los últimos 160 millones de años, la necesidad de cazar fue la causa de que el aspecto del tilacino se transformase en uno similar al del lobo.
Evolución análoga y homóloga
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Olaf Hajek
Todos los seres vivos y las cosas en el universo son causa de la siguiente y son efecto de la anterior. Bajo esa idea, la biología ha encontrado dos formas de evolución: la análoga y la homóloga.
La análoga ocurre cuando dos especies que no comparten filogenia o que son de grupos taxonómicos muy diferentes o alejados viven en un mismo lugar (ecosistema) para adaptarse a él.
Los organismos que no están vinculados evolucionan por separado, de tal manera que con el tiempo se asemejan para adaptarse a ambientes parecidos o nichos ecológicos.
Como es una cuestión evolutiva pasa a largo plazo, es lenta y surge a través de varias generaciones. Ocurre en todos los seres vivos, desde una bacteria hasta una planta o mamífero.
Un ejemplo de evolución análoga son los murciélagos y algunos insectos alados, que tienen estructuras aparentemente muy similares pero no provienen del mismo ancestro. Tienen la misma función, pero descendieron de diferentes familias.
Diferentemente iguales
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Olaf Hajek
Esta no es la historia de cómo una especie (aparente) de lobo desarrolló una bolsa como la de un canguro, sino la historia de que nuestras divisiones en la vida son artificiales y arbitrarias y que aunque existen similitudes, éstas no son idénticas.
Ya lo decía el físico Richard Feynman:
Un poeta dijo una vez: ‘Todo el universo está en una copa de vino’. Probablemente nunca sepamos en qué sentido lo dijo (…). Pero es verdad que si miramos una copa de vino lo suficientemente cerca, vemos el universo entero. Están los elementos de la física: el líquido retorcido que se evapora según el viento y el clima, el reflejo en el vidrio; y nuestra imaginación agrega átomos. El vidrio es una destilación de las rocas de la tierra, y en su composición vemos los secretos de la edad del universo y la evolución de las estrellas. ¿Qué extraño conjunto de químicos hay en el vino? ¿Cómo llegaron a ser?
Todos descendemos de algo y provocamos algo: cualquier cosa, tomada en cualquier parte, es resultado de algo y es causa de algo, aun las cosas aparentemente inanimadas.
Nada hay causa ‘sola’ y efecto ‘solo’, están ligados. La historia del cosmos es la historia de sus conexiones. Las arenas del Sahara viajan 2 mil kilómetros para fertilizar el suelo del Amazonas. Todo, absolutamente todo, está conectado.