La palabra por sí misma, ecoturismo, es benévola y atrayente. Evoca a un turismo que cuida el medio ambiente, pero como todo lo que se torna moda y tendencia suele contaminarse por la simulación y la ola del lucro: el ecoturismo no es excepción.
En los años ochenta las discusiones sobre las implicaciones globales del deterioro al medio ambiente, y no sólo como un asunto de envergadura local, fueron tomando fuerza. Luego, en 1992, en el marco de la Cumbre de la Tierra celebrada en Río de Janeiro se incorporó el tema del desarrollo sostenible como un férreo menester para evitar comprometer los recursos naturales a las generaciones futuras; fue justo en esa coyuntura cuando comenzó a hablarse más formalmente sobre ecoturismo en el mundo.
Aunque han pasado más de 20 años de la cumbre, aún es inexistente una certificación global sobre ecoturismo; tampoco existe, por lo tanto, un consenso oficial sobre lo que significa el ecoturismo, aunque algunas organizaciones globales como la Organización Mundial del Turismo, han hecho algunos aportes inteligibles.
Hoy que es moda el ecoturismo, ¿cómo distinguir de uno genuino y uno simulado? ¿Existen algunos resquicios que puedan darnos luz? La sustentabilidad es quizá el atributo prístino de este concepto, aunque también está relacionado con la responsabilidad social, la participación del turista en la conservación del entorno (lo cual es novedoso) y sobre todo, la noción de la conservación para las generaciones futuras. Es decir, es un turismo que vela por el medio ambiente, pero que también supone una conciencia colectiva, un genuino interés por el otro, en el sentido de las generaciones futuras y las comunidades.
Te damos algunas pistas sobre los elementos que nutren un ecoturismo genuino; la justicia, la ética, la comunidad y la sustentabilidad son quizá sus celadores más importantes:
Según la estudiosa Megan Wood, autora de libros como Ecotourism: Principles, Practices and Policies for Sustainability, el ecoturismo tiene, inalienablemente, las siguientes cualidades:
Como es posible discernir en la anterior concepción el verdadero ecoturismo, más que ligado a las corporaciones, está estrechamente enraizado en el desarrollo local. Al ser las comunidades partícipes en la conservación del entorno, de su promoción y también de su fuente de financiación, estas generan profundos vínculos con el lugar y su naturaleza. La conservación se vuelca, así, en un penetrante sentido de identidad y pertenencia para ellos. Aunque algunas grandes empresas podrían intentar lucrar con el turismo ecológico, en realidad es la pertenencia lo que lo vuelve una garantía para las generaciones futuras: así pues, el verdadero turismo ecológico está ligado a las pequeñas comunidades locales que conservan su naturaleza y que consideran que es parte de ellos mismos.