Parece que la tendencia a la predisposición y la fatalidad ha acongojado a la mente desde tiempos antiguos. No importa si se forma parte de la sociedad romana, el medioevo o incluso vivir en la posmodernidad con todas las comodidades, la mente humana se predispone siempre a adelantarse al presente y vivir sumida en el frenesí de la expectativa. Ya desde la antigua Roma, el gran filósofo Séneca examinó la tendencia de la mente a vivir fuera del aquí y el ahora. Y entre las líneas de correspondencia entre él y su amigo Lucilius, Séneca ofrece valiosos consejos para afrontar la ansiedad.
Séneca sobre la ansiedad y la vivencia del presente
El filósofo escribe sobre la vivencia del presente, que es la mejor manera de afrontar la incesante ansiedad producida por la expectativa. Aquella que aplasta cada momento y todo lo torna oscuro ante la incertidumbre, pero ¿qué hay de malo en la duda? La necesidad de control no aporta más que pensamientos autodestructivos, energía desgastada en situaciones que están fuera del alcance.
“El mayor estorbo del vivir es la expectativa que depende del mañana y pierde lo de hoy. Dispones de lo que está puesto en manos de la suerte, abandonas lo que está en las tuyas. ¿Adónde miras? ¿Adónde te orientas? Todas las cosas venideras quedan en la incertidumbre: vive de inmediato”.
Y al respecto del tiempo, la vida se constituye de tres momentos: el que ha sido, el que es y el que será. Séneca, hace hincapié en la necesidad de vivir en el aquí y el ahora, en dejar de lado el agotador hábito humano de situarse fuera de su tiempo. Aquel que conlleva a la ansiedad.
Para él, el momento que “ahora recorremos es corto, el que vamos a recorrer es dudoso, el que hemos recorrido es seguro. En éste es justamente en el que la fortuna pierde todo derecho, pues no puede ya someterse de nuevo al albedrío de nadie”. Y esto es lo que pierden aquellos que se empecinan en vivir en el ajetreo y dejar de lado el cuidado de sí mismo. Pues ya no les queda tiempo para devolver la mirada al pasado, “y si les queda, les es desagradable el recuerdo de cosas de las que deben arrepentirse”.
La expectativa trae el desastre
La expectativa además trae consigo el desastre y la agotadora práctica que muchos consideran su manera de sobrevivir a la incertidumbre; la costumbre de prepararnos para la catástrofe imaginaria. El filósofo estoico escribió al respecto:
“Es muy corta y desasosegada la vida de aquellos que olvidan las cosas pasadas, descuidan las presentes, abrigan temores del porvenir. Cuando llegan al final, comprenden tarde los pobres cuánto tiempo han estado ocupados en no hacer nada”.
El estoicismo es la práctica del bien vivir y este no se alcanza desde el control, ya que no podemos controlar lo que sucede a nuestro alrededor. En cambio, sí podemos controlar lo que aprendemos del pasado para aplicarlo en el presente y dejar de lado la predisposición al fracaso en el futuro. Solo de esta manera, podremos combatir el soma detrás de la ansiedad.