El 25 de mayo pasado distintas organizaciones ambientalistas, científicos independientes, asociaciones civiles no gubernamentales y ciudadanos se manifestaron pacíficamente en diferentes ciudades del mundo contra Monsanto, la empresa líder en el ramo de los organismos genéticamente modificados (o GMO), cuya prevalencia en el mercado amenaza la alimentación de todo el planeta.
Las protestas no se llevaron a cabo sólo en las grandes capitales: a través de la página oficial y el movimiento de las redes sociales de Occupy-Monsanto, 432 ciudades incluyendo a México se sumaron en una acción coordinada para exigir a sus respectivos países un alto a la compra de semillas modificadas genéticamente, además de exigir transparencia informativa.
Y es que además de tener una fuerte incidencia en las leyes sanitarias y alimentarias, Monsanto y otras compañías utilizan históricamente a los medios de comunicación para dirigir la atención pública a la perspectiva que les sea más redituable. Dirán que las pruebas son insuficientes, que los GMO son saludables y mejoran la calidad de los cultivos; lo mismo se decía del tabaco y el plomo hace 50 años.
Además de formar un frente de organización y participación política, el Internet parece ser cada vez más el único medio donde estas protestas tienen lugar. Las marchas contra Monsanto también exigieron que los estudios presentados por la compañía sean defendidos frente a un panel de expertos y a los ojos de las redes sociales, lo cual también nos habla de una creciente emancipación del Internet como un medio de comunicación con una agenda muy diferente a la de los medios tradicionales.
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