¿Quién no se ha enfermado por haber comido algún alimento en estado dudoso? Si lo has experimentado, o el amigo de un amigo, entonces estarás de acuerdo que la proliferación de bacterias en la comida aumenta el riesgo de infecciones y enfermedades; y que, por consiguiente, la esterilización ha salvado miles de vida a lo largo de su historia.
Pero por el otro lado, esta fobia contra las bacterias que ha crecido paulatinamente al grado de afectar la producción industrial de la comida. Actualmente nos es difícil encontrar un alimento que no sea alterado químicamente para evitar la introducción de una bacteria. En consecuencia, nuestra preocupación cultural por los alimentos 100% estériles de bacterias, ha provocado una pérdida considerable de bacterias buenas en nuestro cuerpo; las cuales son necesarias para el funcionamiento adecuado de la digestión y para proteger nuestro cuerpo de diversas enfermedades.
La fermentación puede ayudar a que alimentos difíciles de digerir entren fácilmente a nuestro sistema. Además que, la comida fermentada aumenta la proliferación de los probióticos en nuestros intestinos, reforzando así al sistema inmunológico: nos protegen de posible cáncer de colon; nos ayudan a prevenir intolerancia a la lactosa, virus como la diarrea, síndrome del intestino irritado, infecciones; nos mejora el proceso de la digestión, y por ende de la energía; y generan un equilibrio hormonal.
Es evidente que no comeremos cualquier alimento fermentado que, probablemente, nos causará más que un dolor de estómago. Por ello, te compartimos algunos alimentos fermentados que puedes mantener en tu dieta diaria: