Cuando tenemos sueño, estamos cansados o simplemente cuando vemos que alguien más lo hace, replicamos la acción, pero ¿por qué bostezamos? El eterno misterio de una necesidad del cuerpo que se presenta aún cuando nos esforzamos por no hacerlo.
En cuanto vemos o pensamos a una persona bostezar, inmediatamente surgen las ganas desde lo más profundo de los pulmones de imitar la acción. Y pese a que no sólo los humanos sino que perros, gatos y hasta aves han sido sorprendidos bostezando, los investigadores no se ponen de acuerdo todavía por qué se presenta esta necesidad. Muchos han apostado por el sueño y la falta de oxígeno en el cerebro, pero lo cierto es que todavía no se resuelve del todo este misterio.
Una investigación se aventura en el camino de intentar descifrar por qué bostezamos. Es increíble que “podemos poner un hombre en la Luna, pero no entendemos qué función tiene bostezar”, como dice Gary Hack, líder de la investigación.
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La teoría de Hack y su equipo es que al bostezar se expanden y contraen las paredes del seno maxilar para bombear oxígeno al cerebro. Ubicado en los pómulos, el maxilar es una de las cuatro cavidades más grandes del cráneo. Bajo esta teoría, el expandir el seno maxilar funciona como en una especie de maniobra tecnológica que provoca la disminución de temperatura en nuestro mando mayor, el cerebro.
Crédito: Greg Dunn, Brian Edwards y Will Drinker
“Al igual que los ordenadores, el cerebro humano es muy sensible a las temperaturas y debe permanecer fresco para operar eficientemente”, explica Hack.
Regular la temperatura del ordenador biológico
La teoría de Hack y Andrew Gullup, coautor de la investigación, no sólo intenta explicar por qué bostezamos, sino que también abriría una ventana de comprensión hacia la estructura de la cabeza humana y de otros seres vivos. Para el equipo de investigadores, los senos nasales funcionan como un regulador de la temperatura del cerebro. Esta sería la razón principal de por qué tenemos esta estructura facial tan peculiar.
“Es una teoría unificada donde se explica el motivo de los bostezos, el funcionamiento de los senos nasales y la ventilación cerebral”, dijo Hack.
Los investigadores plantean que cuando la mandíbula se mueve, las paredes del seno se revisten, ventilando de este modo los senos y por ende, el cerebro. Para comprobarlo, analizaron los cerebros de ratas y registraron los cambios de temperatura cerebrales, justo antes, durante y después de los bostezos. Descubrieron que cuando la temperatura del cerebro sufría cambios abruptos en aumento, se producía un bostezo. De igual manera, comprobaron que tras el bostezo la temperatura comenzaba a declinar hasta estabilizarse de nuevo.
De manera que el bostezo se presenta como consecuencia de la elevación de la temperatura en el cerebro y funciona como una especie de enfriamiento para su buen funcionamiento. Tal como funciona en los ordenadores.
Y aunque Hack y Gullup creen que esta teoría causará gran polémica, debido a que toca temas nunca antes explorados, están fielmente convencidos de que los resultados de su investigación podrían ayudar a personas que sufren insomnio y otros tipos de padecimientos relacionados.