Tenemos cuentas pendientes con nuestro pasado más remoto. La idea de encontrar nuestros orígenes nos sigue fascinando, quizá porque simbólicamente sería como un regreso a lo natural. Y vaya que nos hace falta reconectarnos con todo eso que fuimos hace mucho, mucho tiempo. Porque además, en nuestros orígenes está la prueba de que todo está conectado.
Pero, ¿cómo empezó todo?
No sólo la vida humana, sino la vida en la Tierra.
Al parecer, la respuesta está en el fondo del mar. Un estudio publicado en la revista Proceedings imitó las condiciones del océano para observar cómo las moléculas inertes cobraban vida.
El agua caliente que generaban estos respiraderos hidrotermales en el océano antiguo crearon condiciones químicas que permitieron la formación de aminoácidos. Estos fueron los componentes básicos de las proteínas, encargadas de las primeras funciones metabólicas. Tales condiciones, así como la composición del océano, es lo que los investigadores de la Universidad del Sur de Dinamarca imitaron.
Su maqueta era una mezcla de agua alcalinizada, calentada a 70℃ y que constaba de minerales y moléculas como el piruvato y el amoníaco, que fueron precursores de los aminoácidos y abundaban en la Tierra primitiva. También agregaron “óxido verde”, el término común para el hidróxido de hierro.
El equipo pudo observar la formación de un par de aminoácidos tan pronto como se introdujeron pequeñas cantidades de oxígeno en el agua, un elemento escaso en aquel entonces.
Así, podemos saber de qué tipo de entornos específicos surgió la vida.
Si el océano tuvo tanto que ver con la formación de primigenias moléculas orgánicas, estaríamos ante un fenómeno por demás poético y casi mitológico. Una correlación de sucesos que demostraría cómo todo ha estado conectado desde el origen.
Y es que tanto el cielo –la atmósfera– como lo más profundo de la Tierra –el océano– hubieron de trabajar en conjunto para que surgiera la vida. Incluso el universo conspiró para crear vida en nuestro planeta, ya que más de la mitad de los átomos que conforman nuestro cuerpo podrían provenir de galaxias más allá de la Vía Láctea. En eso están de acuerdo la mayoría de los astrónomos. Asimismo, es probable que el origen del agua sea cósmico. De hecho, este líquido vital es más antiguo que el sol y la luna, y podría tener más de 4,000 millones de años en caso de que esta teoría esté en lo correcto.
Es así que la vida no puede pensarse sino como un auténtico milagro natural, cuyos orígenes nos hacen pensar que si todo nació conectado, el futuro depende de que todo siga en sintonía.
* Imágenes: 1) Un modelo de protocélula, NSF (edición Ecoosfera); 2) Richard Bizley/SPL