Las mejores y peores ciudades para vivir: ¿en cuál vives tú?

Las mejores y peores ciudades para vivir: ¿en cuál vives tú?

Esta es una cartografía para saber si necesitas mudarte con urgencia.

Las ciudades son el hábitat de millones de personas en la actualidad y, según se estima, lo serán de cada vez más en el futuro. Es indudable que ya no es posible imaginarse un mundo sin grandes urbes. Pero parece que tendremos que replantear el modelo de ciudad que queremos, a partir de lo que en la actualidad existe.

Y es que muchas ciudades son una utopía. Pero otras –la mayoría– son realmente invivibles.

Cada año la Economist Intelligence Unit analiza 140 ciudades, midiendo sus grados de estabilidad social y política, de crimen, de educación y de acceso a servicios. Así, los analistas crean el ranking de las mejores y peores ciudades para vivir.

 

Las mejores ciudades para vivir en el 2018

El resultado de este año desbancó del primer lugar, por primera vez en 17 años, a la ciudad australiana de Melbourne, y Viena, la capital de Austria, ocupó su puesto. El resto de los primeros diez lugares es disputado por ciudades de Canadá, Japón y la capital de Dinamarca, Copenhague.

Las mejores y peores ciudades para vivir: ¿en cuál vives tú?

Por su parte, en las últimas posiciones están diversas ciudades de países africanos y de Medio Oriente. En el lugar 140 se encuentra Damasco, en Siria, una ciudad azotada por los conflictos bélicos, así como otras ciudades donde las guerras –internas y externas– provocan daños en la infraestructura, una falta generalizada de acceso a los servicios básicos y una baja calidad de vida para la población.

 

Las peores ciudades para vivir este 2018

Las mejores y peores ciudades para vivir: ¿en cuál vives tú?

Esta catografía permite tomar en cuenta elementos muy importantes para valorar si vivimos en una ciudad mínimamente habitable o si, por el contrario, es urgente mudarnos.

Pero también demuestra que necesitamos un cambio de paradigma a gran escala, que convierta a todas las ciudades en espacios habitables, para que las ciudades distópicas sean la excepción y no la regla en este mundo irremediablemente asfaltado.

Esto será parte de una evolución colectiva que debe incluir, además del cese de los conflictos, una transformación radical de hábitos urbanos que van desde hacer ciudades más caminables, hasta llenar cada rincón posible de espacios verdes y huertos urbanos.

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