Entre los fenómenos naturales más grandilocuentes, quizá los más impactantes son las tormentas eléctricas. Éstas nos recuerdan que un elemento esencial de nuestro planeta es la contradicción: vivimos en un mundo en donde los cielos despejados pueden convertirse en fúricas tempestades en poco tiempo.
Pero pese al peligro que representan, las tormentas eléctricas son entidades magnéticas cuya tempestiva belleza nos atrae irremediablemente. Este efecto hipnótico lo poseen todavía más las llamadas tormentas eléctricas supercelda, las cuales provocan que las nubes se convierten en una especie de espiral tridimensional de anonadante belleza.
Esto sucede porque las tormentas eléctricas supercelda son rotativas, lo que las hace más propensas a producir tornados, y hacen al cielo lucir como una nebula en plena galaxia.
Por supuesto que las tormentas eléctricas como éstas no son algo que podamos contemplar fácilmente. Afortunadamente para nosotros, existen apasionadas personas que se dedican a cazar estos fenómenos (lo que se conoce en inglés como “storm chacina”). Es un trabajo arduo que requiere paciencia, muchos viajes en balde y toneladas de valentía. Pero tiene fastuosas recompensas visuales que te invitamos a contemplar en una selección de fotos tomadas por la storm chaser Camille Seaman, publicadas en su épico libro The Big Cloud.