La historia de la humanidad ha sido la historia de sus diálogos y sus lenguajes. Pero no todos los lenguajes están constituidos por palabras: algunos hacen uso de otras facultades físicas y por supuesto de otros sentidos. Es el caso del lenguaje silbado.
Esta forma de comunicarse en las montañas existe en culturas de todo el mundo: desde América hasta Europa, Asia y África. En todos los continentes existen comunidades que han adoptado esta forma de comunicarse por las condiciones en las que viven —en regiones montañosas, entre nubes y grandes planicies, muy alejados como para ser escuchados con un grito—. El lenguaje silbado es una manera por demás melódica de traspasar las fronteras espaciales, incluso a una distancia de 5 kilómetros. Está basado en los tonos de la lengua hablada, y quienes se comunican de esta manera han podido distinguir las frecuencias así como la intencionalidad de la tonalidad de cada silbido.
De esta forma, el lenguaje silbado ayuda a expresarse, a intercambiar información o a transmitir una emoción. No es, ni mucho menos, un lenguaje sencillo, ni debiera ser visto como extravagante folklor. Surgió en realidad de una necesidad, como todos los lenguajes del mundo, y al igual que la lengua hablada condensa las costumbres y tradiciones de las comunidades que lo practican.
Desgraciadamente, muchas comunidades están viendo al lenguaje silbado desaparecer, debido a la tecnología y al desinterés de los jóvenes por mantener un método de comunicación que les parece arcaico e inútil. Recientemente, el lenguaje silbado de las montañas del norte de Turquía, reconocido como un precioso silbido parecido al de las aves, fue incluido en el Atlas de las lenguas del mundo en peligro, con el objetivo de alertar e incentivar su rescate.
Es el caso también de las comunidades oaxaqueñas en México, donde 10 comunidades indígenas practican este lenguaje. Los habitantes mazatecos de la Sierra de Oaxaca, por ejemplo, se comunican de cerro a cerro silbando, para preguntarse cómo están, o avisar que ya está la comida. Para ellos es, incluso, una forma de entender mejor su relación con la naturaleza, y reconocer, con una humildad envidiable, que su lenguaje ya había sido inventado por las aves.
Actualmente, y según la UNESCO, 2, 500 lenguajes están amenazados, ya sea por vulnerabilidad ante los nuevos paradigmas tecnológicos, o a causa de las altas tasas de migración en busca de mejores oportunidades de empleo en las capitales.
Conservar estas idílicas formas de comunicación es sin duda una tarea colectiva, en la que es elemental difundir la información y seguir realizando estudios al respecto que reafirmen la riqueza de estos sistemas lingüísticos por demás fascinantes y valiosos.