De todas las criaturas en el mundo, quizá una de las más atractivas sea la mantis religiosa, nombre que recibe por la postura de “rezo” en la que permanece.
Una de las particularidades de este insecto es que tras copular con su compañero, inmediatamente, la hembra se come al macho; sin embargo, hay más de ella en su interesante ciclo de vida.
Una mantis religiosa adulta es una carnívora empedernida. Ésta, gracias a su capacidad mimética, sólo espera a que su presa se acerque para que de manera sutil la coma.
Su ciclo de vida es corto: en la naturaleza, alrededor de un año; en cautiverio puede alcanzar más.
Cuando una hembra pretende aparearse, toma la posición de “rezo” y comienza a excretar una feromona que es sumamente atractiva para los machos. Después de acercarse a la hembra, el macho toma del tóraz a la hembra para para depositar su esperma en una compartimento en el extremo del abdomen. Este proceso puede llegar a durar hasta 24 horas y, durante este periodo, algunos machos mueren de agotamiento.
Durante el embarazo, la hembra se prepara para dar a luz a sus crías, para ello se alimenta para la tremenda experiencia que tendrá.
Una vez que la Mantis ha dejado los huevos en un pequeño refugio, se dedica las 24 horas del día a cuidarlos de los depredadores.
A medida que la temperatura ambiental comienza a elevar, las crías emergen de las cápsulas de incubación. Es entonces cuando la mantis se enfrenta a su primer reto: cuidarse de sus depredadores que son, principalmente, sus propios hermanos.
A menudo, la joven Mantis religiosa crece rápidamente. Conforme aumenta su tamaño, aumenta la ingesta de alimentos. Una Mantis adulta puede llegar a devorar hasta 25 moscas en un día; inclusive los jardineros las utilizan como un controlador natural de plagas.
[ENVIROMENTALGRAFFITI]